David Del Cura

De Murcia a La Moncloa

Lo que sucedió ayer es un primer temblor de tierra que acabará no muy tarde con elecciones generales en el conjunto del país

Lo que ha ocurrido en las últimas horas y lo que va a ocurrir es una sacudida que se lleva por delante el torpe debate sobre el centro-derecha (ni fusión ni adhesión… explosión), la posibilidad de alternativa al Gobierno Pedro Sánchez y un sálvese quien pueda con consecuencias autonómicas, municipales y nacionales. Este es el primer temblor de una serie que terminará en elecciones generales.

El movimiento de la moción de Murcia podría haber liquidado, en efecto dominó, el poder territorial del PP. Con solo un barón, Alberto Nuñez Feijoo. El adelanto electoral de Ayuso (siempre con los papeles preparados) y la «paz andaluza» (a Marín ya le pillaron una vez) son dos resortes para intentar mantener las instituciones y la marca PP. El partido sigue sin estrategia nacional. Mientras tanto los Ciudadanos de Arrimadas se despojan de los restos «riveristas» y se preparan para ser muleta de un socialismo que antes de romper con Podemos necesita concertar nuevo matrimonio y ampliar el espacio. A Ciudadanos, al borde del precipicio, solo le queda buscar cargos para mandar y construir carteles electorales por si acaso. La nueva política ha tornado en personalismo. Esto cambia el eje de las alianzas. Echan al PP a la derecha y le avocan a ir de la mano con Vox y el PSOE puede optar por ese centro liberal y la izquierda amable de Errejón. No sería extraño que en la escena de final de legislatura, con adelanto electoral, Inés e Íñigo acaben en el Consejo de Ministros. Hasta ese momento hasta se pueden negociar candidaturas conjuntas como las de la Ministra de Defensa para la Comunidad de Madrid o, cuando toque, la de Rita Maestre para el Ayuntamiento para enfrentarse al bastión popular de Cibeles y de paso arrinconar a Podemos. No cuesta imaginarse a Sánchez tocando la lira en Moncloa y a Feijóo tumbado sobre pétalos de margarita.