ERC

Vuelve el adoquín a la calle

El viernes comenzará el debate de investidura para presidir la Generalitat, mientras los afines a Junqueras y los del residente en Waterloo siguen echándose los trastos a la cabeza. Estos últimos están ofendidos al sentirse ninguneados por ERC tras pactar éste con la CUP. Se sienten presionados por ello y han visto devaluada su condición de socio preeminente para el Gobierno. «Es mejor un buen acuerdo que un mal Gobierno» —dicen mientras discuten el papel del fantasmagórico «Consell para la República» en el «exilio», presidido por Puigdemont.

Salvo sorpresa no previsible, ERC recuperará con Aragonès una institución que presidió en la República y el exilio hasta Tarradellas. Aunque la situación actual recuerda más a la de Companys y su golpe de 1934 que a la de Tarradellas, gracias a quien se restauró la Generalitat provisional en 1977, antes incluso de la aprobación de la Constitución.

Cataluña sigue inmersa en el bucle melancólico del Procés, con unos dirigentes infantiles en plena rauxa, con un expresidente prófugo de la Justicia; y con el separatismo sin ningún propósito de enmienda, echándose en brazos de la CUP, convertida en árbitro de la situación.

Mientras, la pandemia hace estragos en el tejido social y económico catalán; y la subversión en la calle está en parada técnica y táctica, ordenada por quienes están al mando para no entorpecer la negociación. Por su parte, Inmaculada Colau quiere volver al adoquín en la vía urbana: los Mossos sin «foam» y los bárbaros con el adoquín en mano. Así estamos.