Iglesia Católica

Santa Bernadette

Hoy celebramos la fiesta de una santa por la que profeso una particular devoción: Santa Bernadette Soubirous, la pastorcilla de Lourdes, sencillo y pobre instrumento elegido por el Cielo para reconfirmar por su mediación de manera singular y extraordinaria, el Dogma de la Inmaculada Concepción en 1858, cuatro años después de haber sido solemnemente definido en Roma por el hoy beato Pío IX.

A mitad del siglo XIX, Francia intentaba rehacerse del racionalismo y laicismo extremos y del anticristianismo impuesto con la fuerza de las bayonetas y la guillotina, tras haber padecido los terribles estragos de la Revolución. Es entonces cuando la Virgen, en su condición de Madre de la Iglesia, quiso venir en ayuda de esta Nación, considerada «hija primogénita» desde el bautizo del Rey de los francos Clodoveo en la Catedral de Reims. Para ello, no eligió ni a sabios ni a importantes según los juicios humanos, sino a una muchachita desheredada de la tierra, humilde y pobre entre los pobres, tal y como actúa la Sabiduría divina, cuyos juicios y caminos no son los nuestros, afortunadamente, por lo que muchas veces resultan inexcrutables e incomprensibles para nuestra razón.

Viéndola gatear por el suelo y beber del agua enfangada que brotaba de un inexistente manantial, Émile Zola no dudó en afirmar –como exponente de las mentes ilustradas de la época– la locura de todo lo que sucedía en aquella gruta de Massavielle.

También hoy Benedicto XVI cumple 94 años, y desde aquí le recordamos y felicitamos con gratitud.