Marruecos

La venganza de un rey

La torpeza del Gobierno con respecto a Marruecos no tiene límites. Ha conseguido montar una crisis de consecuencias imprevisibles por un comportamiento reprobable e indigno contra un aliado fundamental. Lo ha hecho, además, traicionando su confianza, con una deslealtad asombrosa y para ayudar a un personaje nefasto y turbio como es Brahim Ghali, el líder del Frente Polisario.

Hay que preguntarse cuál es nuestra política exterior, porque el grado de incompetencia de la ministra y su equipo no tiene parangón. Es verdad que no es diplomática y esto explica muchas cosas. Fue elegida por sus conocimientos en la burocracia del comercio internacional, pero se supone que alguien tendrá criterio en ese departamento o en el conjunto del gobierno para no cometer errores de esta magnitud.

Lo único que puede tranquilizar a La Moncloa es que no son del PP y, por tanto, recibirán un mejor trato de la izquierda política y mediática, así como de las ONG. No hay que olvidar que el gobierno es un «pagador» muy generoso y no se le puede disgustar. La indignación marroquí es comprensible y la venganza real no tardó en llegar provocando una crisis migratoria.

Es interesante comprobar que ahora el gobierno socialista comunista es el campeón mundial de las «devoluciones en caliente» que tanto criticaban del PP. No importa, porque le sale gratis con tanto palmero dispuesto a justificar sus errores y torpezas en política exterior.

El gobierno puede apoyar o hacer el ridículo con el Frente Polisario, pero entonces tiene que asumir las consecuencias de sus actos. Los comportamientos no salen gratis en política exterior. Es una enorme frivolidad desvincular la llegada masiva de inmigrantes ilegales de la estancia en España del líder saharaui. No se puede engañar a la opinión pública.

El tema del Sahara es fundamental para Marruecos. Es una línea roja que debería conocer la ministra de Asuntos Exteriores. La decisión de autorizar la presencia en España de uno de los peores enemigos de un país amigo como Marruecos es tan incomprensible como injustificable. Ha sido muy interesante comprobar los ataques que ha recibido nuestro vecino del sur por parte de todo el entramado pijo-progre en contraste con las pocas críticas que han recibido las devoluciones en caliente.

Marruecos es una democracia y es un socio fundamental para nuestro país con el que compartimos temas tan importantes como la seguridad de nuestras fronteras en materia migratoria, la cooperación contra el terrorismo y el tráfico de drogas.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).