Ciudadanos

¿Liberalismo o socialdemocracia?

Más que de liberalismo, estamos hablando de otra cosa: socialdemocracia.

El término liberal es un término potencialmente muy amplio. No hay casi ningún partido del arco parlamentario que en algún momento de su historia no se haya reivindicado como liberal o, al menos, como copartícipe de esa tradición de pensamiento. Y si uno se empeña en buscar conexiones, es evidente que algunas podrá encontrar casi siempre, sobre todo en materia de libertades civiles. A la postre, ¿qué partido político clamaría –al menos formalmente y en público– en contra de la libertad religiosa, de la libertad de asociación o de la libertad de expresión? Todas ellas son libertades consustanciales al ideario liberal y todas ellas son libertades aceptadas por parte de casi cualquier partido actual. Pero, ¿basta con abrazar ese conjunto de libertades para reclamarse liberal? Al parecer, Ciudadanos así lo cree. En su convención política del pasado fin de semana, la formación naranja se proclamó desacomplejadamente liberal por defender la tolerancia, la separación de poderes, la democracia o el libre mercado. Principios que así de manera genérica pocos partidos rechazarían: no desde luego el PP y probablemente tampoco el PSOE. El diablo, como siempre, está en los detalles: en cómo se desarrollan en el día a día esos tan generales principios proclamados. ¿Qué tipo de profunda liberalización mercantil, laboral, financiera, energética o inmobiliaria promueve Ciudadanos como para que podamos creernos que de verdad se ha colocado en la avanzadilla patria del liberalismo? ¿Qué cambio sustantivo respecto al statu quo conseguiríamos si Ciudadanos llegara al poder? Acaso la clave resida en el último mensaje que lanzó Inés Arrimadas durante su discurso en la convención: para el liberalismo de Ciudadanos es irrenunciable la igualdad de oportunidades, puesto que sin igualdad de oportunidad no existe la libertad. No la libertad ante la ley, sino la igualdad de oportunidades entendida, cómo no, como un Estado de Bienestar providente y redistribuidor. Liberalismo, por consiguiente, también debe de ser para Ciudadanos la educación pública, la sanidad pública, las pensiones públicas o la dependencia. No ampliar el tamaño y la autonomía de la sociedad civil para autoorganizarse al margen del poder político, sino ampliar el poder político para organizar a su gusto a la sociedad civil. Más que de liberalismo, estamos hablando de otra cosa: socialdemocracia.