Afganistán

Afganos a su suerte

No es difícil imaginar lo que comenzará a suceder una vez termine el plazo para la evacuación de militares y civiles en Afganistán, acordado entre Estados Unidos y los talibanes. La luz se irá apagando con alguna lentitud y, desde luego, para muchos reinará infortunadamente la oscuridad demasiado pronto. El interés informativo decaerá significativamente y, entonces, se podrán advertir dos cosas.

Primera, que los peores temores se harán realidad en lo que se refiere a las violaciones de los derechos humanos en Afganistán y que, por ello, carecerán de todo valor las palabras de los talibanes ofreciendo garantías de que nada será como en 1996. Seguramente será peor que entonces porque se han aprendido las consecuencias de provocar sin reparos en la escena internacional.

Segunda, se llegará al convencimiento absoluto de que Occidente es quien ha venido representado a la comunidad internacional en el sentido de los valores y principios de la Carta de Naciones Unidas. Pero esta convicción trae consigo otras dos dolorosas consecuencias: que algunos países como Rusia y China están dispuestos a sacrificar los fundamentos en los que se asienta desde 1945 la sociedad internacional y actuar exclusivamente en función de intereses particulares y coyunturales, sin la más mínima consideración de un futuro mejor para la comunidad internacional; y, asimismo, que Occidente está dispuesto a dejar a la población afgana a su suerte, sabiendo perfectamente lo que le espera, y que ha abandonado toda intención de liderar la comunidad internacional a partir de ahora.

Por lo tanto, Afganistán se ha convertido en un símbolo de la derrota de los principios humanitarios que tanto ha costado forjar en las entrañas de la comunidad internacional. Lo que está sucediendo en este país de Asia Central, y sobre todo lo que acontecerá a partir de ahora, representa el inicio de una etapa que rompe con los ideales que se proyectaron con fuerza a partir de 1989, con la caída del Muro de Berlín. De alguna forma, se produce el retorno a los presupuestos que imperaban a principios del siglo XX y no cabe olvidar que durante este siglo se produjeron los acontecimientos más devastadores que ha conocido la Humanidad.