Aborto

La honorable “lista Montero”

No hace falta apelar al juramento hipocrático que todos conocemos, simplemente al sentido común: el aborto no es una práctica médica ya que no está destinada a sanar a un enfermo

Montero quiere reformar la Ley porque el aborto, que ahora se llama IVE (un concepto molesto, como el IVA, pero necesario, como el IBI…) no se está realizando regularmente (deportivamente, dinámicamente) en todos y cada uno de los centros ambulatorios de la península y de las islas de España.

Vamos, que resulta que en muchos centros sanitarios se detectan pocos abortos y en algunos casos bochornosos, flagrantes… ¡ninguno! ¿quieren creerlo? Y que ¡cómo es posible que se esté incomodando a la mujer, forzándola a acudir a un centro lejano a su domicilio para ejercer su derecho a la salud… ¡Un derecho a la salud! ¡dicen! ¡ay!

Ya saben que el aborto es legal en España para todas las mujeres (y demás formas de vida gestantes) y en todos los casos hasta la semana 14 de gestación, que es ese espacio ridículo, ese vórtice acientífico e inmoral, pero, sobre todo, imbécil, incoherente, donde se parapetan como periodo anterior a la “viabilidad” (cuando el bebé podría nacer y vivir sin su mamá). Esto es como el traje nuevo del emperador psicopático, amigues…

¿Es que el valor de una vida va en función del tamaño y del grado de dependencia? Bajo su lógica (que es la lógica de mi-coño-como-una-mesa-de-grande, y que es el único piropo de curso legal para nuestra Ministra Jolines) no se puede abortar a un bebé de 24 semanas, que ya tiene movimiento propio, latido cardiaco y mide unos 30 cm aproximadamente. Por el contrario, sí que se puede abortar de forma libre un feto de 14 semanas que también tiene movimiento propio y latido cardiaco. ¡La única diferencia, para ellos, está en el tiempo! Vivimos tiempos oscuros, no cabe duda.

No hace falta apelar al juramento hipocrático que todos conocemos, simplemente al sentido común: el aborto no es una práctica médica ya que no está destinada a sanar a un enfermo, a preservar la salud, y mucho menos la vida; el aborto en todo caso se vale de técnicas médicas, que, por cierto, no se imparten en las facultades de medicina.

En este contexto, anómalo, irracional (el bien no siempre se corresponde con la Ley ni con la masa electoral) es normal que muchos hospitales y muchos sanitarios se opongan y decidan interponer su derecho a la Objeción de conciencia, que la Constitución recoge en su artículo 30.

La cosa es que ante este pequeño escollo imprevisto, la ministra pretende reformar la ley para realizar un listado, un registro de los médicos y sanitarios que se niegan a practicar abortos.

El Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, por su parte, se ha pronunciado contrario a permitir la estigmatización de los profesionales en dicha lista pero Montero, y sus acólites, afirman que no… que no se trata de estigmatizar a nadie, ni de listas negras, que todo es muy bonito y muy práctico… que el objetivo de la lista, totalmente confidencial, es para que no haya hospitales ni centros ambulatorios que se queden sin “aborteros” para que ninguna persona gestante, con deseos de dejar de serlo, se sienta desatendida en su derecho.

Pero reflexionemos, ¿qué sentido kafkiano tiene un listado donde se recogen los nombres de los médicos que no quieren practicar abortos? Si la finalidad es repartir los practicantes entre los centros del territorio nacional equitativamente, que se haga el listado inverso, es decir un listado con los nombres y números de colegiados de aquellos que sí realizan dichas prácticas ¿no? Explicado con un ábaco: hagamos una lista de los que operan el desprendimiento de retina para que los pacientes oftalmológicos sepan dónde acudir a realizarse la operación, no un listado de los que no operan el desprendimiento de retina porque simplemente ¡no es operativo!

Disputas aparte, Montero tiene razón, porque en este asunto tan turbio se da un fenómeno maravilloso y es que a pesar de que desde 2010 el IVE (qué higiénico el término) es libre y gratuito en España, casi el 86% de estas prácticas se hacen en clínicas concertadas o privadas y los hospitales, municipios e incluso comunidades autónomas donde no se realizan abortos en centros públicos suponen la norma, en lugar de ser la excepción. Según los datos recopilados por Sanidad, al menos ocho provincias no han realizado abortos en los últimos 30 años. ¡Bravo!

¿Y saben qué les digo? Qué yo apoyo la elaboración de esos registros, ¡dejemos que Montero realice su lista de objetores! y que luego la borden en petitpoint y que la peguen en las paredes de todos los hospitales y en las facultades de medicina y en el próximo vestido de novia de Angelina Jolie… o si lo prefieren que coloquen un brazalete a los médicos provida porque como diría Itzhak Stern (contable de Oskar Schindler) esa lista “es el bien absoluto. Esa lista es la vida. Y más allá de sus márgenes se halla el abismo”.