Política

Acordar lo acordado

«La política española es así. A veces se pierde el tiempo»

Cada martes por la mañana, el Gobierno se reúne al completo en el Consejo de Ministros. Se puede suponer que en esa cita, los miembros del gabinete debaten todos aquellos asuntos que son de interés general y, por supuesto, cualquier otra circunstancia que merezca un intercambio de opiniones. También podríamos llegar a la conclusión, bastante razonable dadas las circunstancias, de que la propuesta de derogar la reforma laboral debiera ocupar un espacio de discusión entre los responsables de todos los ministerios. Y, sin embargo, el presidente del Gobierno ha considerado que ese problema concreto merecía un escenario y unos actores muy determinados: una reunión distinta, después del Consejo de Ministros, y solo con un número limitado de participantes.

Se podría entender que Pedro Sánchez ha decidido sojuzgar a Yolanda Díaz con la trampa de sentar a la vicepresidenta segunda rodeada del propio presidente, de la vicepresidenta primera y de otros cuatro ministros del sector PSOE. Es decir, seis contra una. Una lectura alternativa es que Sánchez se ve incapaz por sí solo de contener las acometidas políticas de Díaz, y necesita la ayuda de hasta cinco ministros del bando socialista para someter a la número tres de su gobierno.

Un análisis paralelo, compatible con cualquiera de los dos anteriores, es que el presidente se ha introducido sin miramientos en un cenagal del que ahora no sabe cómo salir. Fue tan firme y reiterado su compromiso de derogar la reforma laboral, que ahora no encuentra la salida. Se metió en una «escape room» sin que nadie se lo exigiera, y avanzó confiado en su probada habilidad para sortear obstáculos. Pero esa habilidad ha resultado no ser infalible. Si firmas un pacto de coalición en cuyo punto 1.3 se establece que «derogaremos la reforma laboral», eso solo puede significar que estás obligado a derogar la reforma laboral. Y tus socios están legitimados para exigir que ese compromiso se cumpla.

Y, así, PSOE y Podemos han llegado al acuerdo de cumplir su acuerdo, lo que, en sentido estricto, debería ser perfectamente eludible por innecesario. Pero la política española es así. A veces se pierde el tiempo.