Luis María Anson

Canela fina | El sanchismo descompone la España de la Transición

«Desde el cinismo, Sánchez ha hecho concesiones económicas e ideológicas a podemitas, comunistas, secesionistas y filoetarras para asegurarse el voto a los PGE»

En las elecciones generales del 28 de abril de 2019, el PSOE se alzó con la victoria y 123 diputados, apabullando al PP que había dejado Rajoy y que se quedó en 66 escaños, ¡120 menos de los obtenidos en 2011! Pedro Sánchez podía haber formado un razonable Gobierno de centro izquierda con los 57 escaños de Ciudadanos que sumados a los suyos formaban una mayoría absoluta de 180. Albert Rivera se negó a negociar con Sánchez y el resultado de esa negativa, todavía sin explicar, supuso la convocatoria de nuevas elecciones el 10 de noviembre. En septiembre, el líder socialista anunció a bombo y televisión que jamás aceptaría una alianza con Podemos y que ni él ni el pueblo español podrían conciliar el sueño con Pablo Iglesias en el poder. Mes y medio después Pedro Sánchez se envainó sus palabras y formó un Gobierno de coalición con el líder podemita, apoyado por el partido comunista, los secesionistas vascos y catalanes y la agrupación filoetarra Bildu.

A pesar del rechazo de Felipe González, de Guerra, de Leguina, de Almunia, de Corcuera y de tantos otros, Pedro Sánchez consumó la operación que garantizaba su permanencia en la silla curul del palacio de la Moncloa. Desde entonces la política del sanchismo ha consistido en multiplicar concesiones económicas e ideológicas en favor de comunistas, podemitas, secesionistas y filoetarras ante la estupefacción de una Europa en la que el socialismo es socialdemócrata y niega toda colaboración con los comunistas y la extrema izquierda.

El último capítulo del indecente camino seguido por la caravana de las concesiones ha concluido estos días. Habrá que reconocer en Sánchez extraordinaria habilidad y cinismo elevado al cubo para comprar con concesiones económicas o ideológicas los escaños necesarios para prorrogar su permanencia en el poder con la aprobación de los PGE. El pueblo español contempla atónito cómo se fragiliza la unidad de España, cómo se entierra la Transición, cómo se compromete el ejercicio de la democracia pluralista plena. Y todavía quedan dos años de este Frente Popular enmascarado, que pervive arropado por ciertos espacios de televisión dedicados al periodismo amarillo de la insidia y el escándalo.