Castilla y León

La traición de Ciudadanos

Lo más certero era, como ha hecho el presidente castellano leonés, acudir a los votantes para que dejen claro qué gobierno quieren

El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, participó el pasado miércoles en un acto en La Razón sobre el sistema de financiación autonómica. A pesar de lo que se diga y especule, la realidad es que no quería convocar elecciones y prefería agotar la legislatura. La vida está llena de casualidades y estuve delante de la conversación que mantuvo con el portavoz parlamentario de su grupo, Raúl de la Hoz, con el objetivo de cerrar la negociación de presupuestos con Por Ávila. El objetivo era alcanzar un acuerdo razonable y aprobar las cuentas de la comunidad. Un adelanto electoral siempre es una decisión arriesgada, pero en este caso es muy acertada. Castilla y León no puede ser moneda de cambio al servicio de intereses partidistas como pretendía Ciudadanos. Es la traición de esta formación al pacto de coalición, como sucedió en Murcia o en Madrid, la que ha conducido a la decisión de Mañueco. Al final, la nueva política, que pretendían representar Cs y Podemos, ha envejecido muy mal, porque ha dado paso a las peores prácticas destinadas a buscar el poder a cualquier precio. Es triste, pero es la realidad.

Mañueco ha actuado con gran coherencia para impedir una moción de censura o aceptar la traición de un aliado que tenía su propia hoja de ruta. Lo más certero era, como ha hecho el presidente castellano leonés, acudir a los votantes para que dejen claro qué gobierno quieren. No entiendo por qué Ciudadanos ha decidido repetir la traición de Murcia y Madrid que le dio muy malos resultados. El PP tiene un reto que no es imposible de alcanzar. La alternativa sería un gobierno de socialistas, podemitas y esas plataformas movidas por el egoísmo de sus dirigentes. Castilla y León, al igual que el resto de comunidades, necesita partidos sólidos y coherentes, pero sobre todo leales a España. Es una buena oportunidad para parar el personalismo de la «España vaciada», porque repetir el esquema de chantaje territorial es un desastre para nuestro país. Es necesario trascender del regionalismo o el provincianismo para seguir construyendo un proyecto común. Mañueco es una garantía de rigor, eficacia y coherencia, que es lo que necesita Castilla y León para seguir progresando.