Opinión

Ominosa omisión ante Ómicron

Nos encontramos ante una pandemia que, con la rapidez de transmisión de la nueva variante, está produciendo una plaga de infectados que no conoce de fronteras políticas

Tras no ser agraciado con el Gordo de Navidad, situación que comparto con el 99,999% de los españoles, hay que aterrizar en la cotidiana realidad una vez pasado el «sueño», aunque perviva la ilusión de que nos toque el sorteo del Niño. Este tomar conciencia del presente nos lleva a la sesión de la Conferencia de Presidentes autonómicos celebrada ayer para avanzar en la presunta «cogobernanza» en la lucha contra la pandemia, que ha puesto de manifiesto una vez más lo que en la práctica es una omisión del deber que le corresponde al Gobierno de «coordinar» la ejecución de la correspondiente estrategia sanitaria a nivel nacional.

No hay que olvidar que la función de «coordinar» es distinta y más intensa que la de la mera «colaboración», y que según la doctrina del Tribunal Constitucional, deriva del deber de «cooperación» propio de un Estado descentralizado como el nuestro.

Así, nos encontramos ante una pandemia que con la rapidez de transmisión de la variante Ómicron está produciendo una plaga de infectados que no conoce de fronteras políticas, mientras el Gobierno actúa como mero observador ante 17 estrategias distintas y distantes decididas por las comunidades autónomas.

Esto impide la existencia de una estrategia coordinada por el Gobierno y compartida en todo el territorio nacional necesaria para ser eficaz. El Gobierno ha dictado dos estados de alarma, ambos declarados inconstitucionales por el TC, y además se ha negado a elaborar una ley de pandemias para hacer frente a situaciones como la actual. Lo que significa que, o actúa al margen de la Constitución o se lava las manos, inhibiéndose del cumplimiento de su deber. Pero además actúa como el perro del hortelano que, en su caso, significa que ni legisla una ley de pandemias, ni deja que la promueva la oposición, como ésta ha solicitado reiteradamente, oponiéndose él a su tramitación parlamentaria.

El resultado de todo ello es la caótica situación en la que nos encontramos, con un descontrol absoluto ante la expansión de la variante actual de la COVID-19 que, si bien tiene una letalidad muy reducida, casi imperceptible y sin comparación con la originaria, está saturando los centros asistenciales por la carencia de una política informativa solvente que debiera proceder del Gobierno.

Ello está provocando, por ejemplo, que cualquier síntoma de la gripe estacional, habitual en estas fechas, conlleve al correspondiente positivo –por su transmisibilidad ya señalada– y al consiguiente colapso hospitalario. Todo esto en vísperas de Nochebuena anulando reservas y cenas organizadas para volver a la mascarilla en la calle. Mientras, dice Sánchez que «somos la admiración del mundo». Será por otras cosas y sin duda a pesar de él.