Sociedad

Felicidad

Para conquistar ese satisfactorio estado, principalmente a través de la autorrealización, la conquista de la paz interior y la ayuda a los demás, es para lo que estamos aquí.

Pasado mañana celebramos el Día Mundial de la Felicidad y pese a la pandemia, la mala situación económica, la violencia… la inmensa mayoría de los ciudadanos se declara, en mayor o menor grado, feliz. Afortunadamente.

Porque para conquistar ese satisfactorio estado, principalmente a través de la autorrealización, la conquista de la paz interior y la ayuda a los demás, es para lo que estamos aquí.

Las indagaciones en Internet ponen a la búsqueda de la felicidad en los primeros puestos del ranking.

La percepción de nuestra felicidad mejoraría muchísimo si, en vez de buscar esa fórmula mágica inexistente, empezamos hoy mismo a aceptar y valorar lo que tenemos y, sobre todo, tratamos de mejorar nuestra actitud, especialmente ante las dificultades.

El principal obstáculo para la felicidad, como para todo en esta vida, es uno mismo. Por ello, verán la felicidad como una quimera aquellos que se dejan llevar por la ambición. Ellos son los primeros que deben saber, presos de esa malsana dependencia, que el dinero, una vez que tenemos cubiertas nuestras necesidades básicas, no suma felicidad, sin embargo, el amor al dinero provoca desavenencias y sentimientos dañinos e incontrolables como la avaricia o el egoísmo que desemboca en esos incomprensibles abusos de poder y casos de corrupción. Sabemos que no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita.

Pidamos salud y fuerza para afrontar lo que venga y vivamos lejos de la angustia que generan las pérdidas, los anhelos o las frustraciones.

Atravesar desiertos también es vivir, e incluso en ellos encontramos felicidad: ese amigo que permanece a nuestro lado en las malas, ese daño que conseguimos transformar en una lección de vida y nos hace más fuertes, o también descubriendo que emociones como la ira, la tristeza o el miedo, tienen una razón de ser.

No olvidemos, como dijo Marco Aurelio, que: «La felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos».