Política

El mes perdido del Partido Popular

«La labor de oposición a Sánchez la han realizado los propios socios de Sánchez»

Cuando la semana que hoy empieza llegue a su final, terminará también un pintoresco periodo de desvanecimiento protagonizado por el principal partido de la oposición. El mes que ha transcurrido desde que Pablo Casado se precipitó por el despeñadero de los líderes inconclusos, nos ha permitido comprobar que las razones –si es que hubo alguna que se pueda considerar sensata– que llevaron a los populares a retrasar tanto su sustitución al frente del partido, no eran tales. Ni Casado ha tenido la ocasión de salir airoso del cargo, ni quien le sustituirá ha ganado nada que no tuviera con antelación. Alberto Núñez Feijóo ya había sido ungido por aclamación popular, sin necesidad de organizarse a sí mismo un roadshow por las sedes del partido en toda España, como si hubiera alguna duda del resultado final de esta kermés política, tan común en el centro derecha español.

Como consecuencia, el PP se ha ausentado y ha perdido un mes en el que han pasado cosas muy importantes: la invasión de Ucrania, la decisión de Pedro Sánchez de enviar armas, el anuncio de aumentar el presupuesto en Defensa, el cambio de criterio sobre el Sáhara Occidental, el conflicto del transporte, la cumbre europea sobre energía… Entretanto, el PP estaba en sus cosas, echando vistazos a su propio ombligo, dejando pasar el tiempo para que el próximo fin de semana ocurra lo que hace semanas se sabe que va a ocurrir, y hace semanas podía haber ocurrido: que Feijóo presida el partido. En ese tiempo, la labor de oposición a Sánchez la han realizado los propios socios de Sánchez: tanto los que forman parte de su gobierno (Unidas Podemos), como aquellos que le ofrecen sustento parlamentario (Esquerra, Bildu, PNV, Más País, Compromís). España es un país en el pasan cosas muy curiosas.

Finalmente, la semana que viene el PP tendrá nuevo presidente, aunque carecerá de escaño en el Congreso, lo que no facilitará su tarea. Por delante tendrá menos de dos años para conformar un proyecto político alternativo, que los españoles puedan considerar creíble. Porque no todo consiste en esperar a que el Gobierno caiga por su propio peso.