España

Sahara: fondo y formas

¿Y si alguien ha manipulado las formas para llegar al fondo, más interesado en los fosfatos de Bucraa y en el gas de Argelia, que en la vida, derechos y libertades de los saharauis?

En sus «Fundamentos de Derecho Internacional» D. Antonio Truyol (1) introducía en su primera página a modo de preámbulo, una reflexión de Ortega y Gasset extraída del Epílogo para Ingleses de su «Rebelión de las masas»:

«El derecho es estático y no en balde su órgano principal se llama Estado....Y como la realidad histórica cambia periódicamente de modo radical, choca sin remedio con la estabilidad del derecho, que se convierte en una camisa de fuerza... En el Derecho Internacional, esta incongruencia entre la estabilidad de la justicia y la movilidad de la realidad.....llega a su máxima potencia».

Por supuesto, hubiera sido mucho mejor que la clandestina hospitalización del líder del Frente Polisario Brahim Ghali se hubiese ejecutado con «conocimiento de las partes», Marruecos, Argelia y Naciones Unidas principalmente, vestida de carácter puramente humanitario, luz y taquígrafos, plazo determinado y en el hospital militar Gómez Ulla. Pudo incluso haber quedado a nivel de Servicios de Inteligencia, rozando como mucho el de Exteriores. Salvo que la chapuza y sus consecuencias estuviesen planificadas por mano experta–algo que no deberíamos descartar–, el nivel alcanzó al Gobierno e incluso a nuestro Estado de derecho, con derivaciones como la invasión de Ceuta el pasado 17 de mayo que pudieron ser dramáticas.

Las consecuencias inmediatas se acumularon: retirada de la Embajadora de Marruecos en Madrid, exclusión unilateral de los puertos españoles en la tradicional «operación paso del Estrecho», acusación al Gobierno español de tratar de europeizar una crisis bilateral que no terminó con la salida de Ghali. Sahara en el fondo. En agosto, la Ministra González Laya aseguraba que la posición de España no había cambiado ni iba a cambiar, recordando las resoluciones de la NN.UU sobre el caso. Pero el pasado 18 de Marzo, de manera sorpresiva, se conoció a través de Rabat la existencia de una carta firmada por nuestro Presidente del Gobierno, en la que apoyaba la propuesta marroquí de autonomía para el Sahara Occidental. Ya conoce el lector las consecuencias: disensión en el propio Gobierno de coalición; queja generalizada en nuestro Parlamento; Argelia chantajea con el gas y se pone en manos de una Italia al acecho; amenaza de acciones armadas del Polisario que ya rompió el alto el fuego en Noviembre de 2020 un mes antes de que Trump apoyase abiertamente las tesis marroquíes, fosfatos –no lo olvidemos– incluidos; mutismo de Naciones Unidas cuando en realidad su Alto Representante Staffan de Mistura se ha estado moviendo por las capitales y en Tinduf (2); aplauso de Alemania y Francia partidarios de una «solución política realista, viable, duradera y aceptable para todas las partes» como recoge la Resolución del Consejo de Seguridad 2602 del 29 de Octubre de 2021. Yerran quienes opinan sin analizar esta Resolución a fondo, dado el giro que contiene, respecto a las 17 anteriores dedicadas al tema desde 2007. Tras rendir homenaje al alemán Horst Köhler el Enviado Especial que dimitió ante la imposibilidad de alcanzar acuerdos, el Consejo de Seguridad se pone en manos de un diplomático con experiencia –no quiere decir que con éxitos– en Siria, Iraq y Afganistán. No cita a España. Si reitera su exhortación a Marruecos, Frente Polisario, Argelia y Mauritania para que cooperan entre sí, «observando con profunda preocupación la ruptura del alto el fuego del Polisario»; acogiendo con beneplácito los esfuerzos serios y creíbles de Marruecos para hacer avanzar el proceso hacia una solución a largo plazo.

Me atrevo a resumir que el fondo de la cuestión está decidido desde hace meses. Y coincido con Ana Palacio en que «el Gobierno de España no ha reconocido la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental», aunque «muestra su preferencia por el plan marroquí presentado al Consejo de Seguridad y acoge con beneplácito los esfuerzos serios y creíbles...» Es decir: la suerte está echada.

Pero ¿las formas? ¡No se ha podido presentar peor! ¿Podríamos imaginar una conferencia a nivel Ministros de Asuntos Exteriores de España, Marruecos, Argelia y Mauritania incluso representantes del Frente Polisario o de otros grupos saharauis, presidida por el Alto Representante de Naciones Unidas en que se expusiese la distancia en tiempo entre 1975 y 2022, en la que se priorizase la preocupación por las personas que malviven en Tinduf y se garantizase una autonomía amplia para el Sahara Occidental con parlamento y capacidad de decisión sobre las riquezas de su suelo y mar territorial? ¡Lo posible sobre lo deseable! ¡Mejor que otros 40 años de guerra!

¿Y si en el fondo alguien ha manipulado las formas para llegar al fondo, más interesado en los fosfatos de Bucraa y en el gas de Argelia, que en la vida, derechos y libertades de los saharauis? Tampoco lo descarten.

(1) Ed. Tecnos. 3ª edición. 1970.

(2) Precisamente en aviones de nuestro Ejército del Aire.