Nuevo tono

En su estreno en el Senado como jefe del Grupo Parlamentario del Partido Popular, Feijóo ha dejado bien claro que aspira a implantar un nuevo tono en su partido. Hay que evitar la sobreactuación y el estilo esperpéntico en el que está naufragando la política en los últimos años.

Del mensaje, inequívoco, se deducen varios recados. Uno interno, que fija la distancia con respecto a la anterior dirección, muy proclive al juego de regate corto en el escenario de las redes asociales (sí, asociales). Otro va referido a la distancia que Feijóo aspira a establecer con Vox y su mensaje y actitud populistas.

En este caso, se trata de jugar la carta del partido de gestión, moderado porque comprende la complejidad de los problemas, y que se dirige más a las facultades racionales del elector que a sus emociones y a sus vísceras. El último, y probablemente el más importante, quiere colocar al PP en una posición contraria a la del PSOE. El socialismo español ha hecho suyas todas las derivas de la izquierda progresista postmoderna, hasta el punto de borrar, o censurar, cualquier realidad que no sea ideológica. Aquí Feijóo se presenta como aquél que volverá a situar la realidad, lo sólido, en el centro de la vida pública: frente a la histeria narcisista, un nuevo sentido común. Con una gran elegancia, por la economía de los medios puestos en juego, Feijóo consigue definir una muy compleja posición propia. No deja de plantear algunos problemas, como es natural. El principal es quizás el que se le plantea desde el flanco derecho, con repercusiones en el resto. Si Feijóo acentúa demasiado la tonalidad moderada, a Vox le basta con dejar claro que sin ellos el PP volverá a hacer lo que ya hizo Rajoy. Los electores pueden llegar a concluir que votar a Vox es la única manera de forzar al PP a hacer una política que enmiende lo ocurrido en nuestro país desde 2017.

El partido populista de derechas no tendrá que alejarse de su querencia por la sobreactuación. Al contrario. Eso mismo le convierte en garantía de cambio.