España vaciada

La Red celtibérica o «Pacto de Gotor»

Este movimiento rural, municipalista y comunero, que entronca con la mejor tradición española y que nace espontáneamente desde abajo en forma de red

El mapa histórico de la Celtiberia, aunque sea con contornos ligeramente difusos o imprecisos, representa el núcleo central de España, es su principal elemento vertebrador, ofrece un impresionante muestrario de arte, conserva una rica variedad de paisajes incontaminados y, curiosamente, es la región más despoblada, la almendra amarga de la llamada «España vaciada». Esa es hoy la característica que más salta a la vista: la vaciedad de sus pueblos. Este imaginario mapa, con características culturales e históricas comunes, se extiende por las provincias de Burgos, Cuenca, Zaragoza, Guadalajara, La Rioja, Segovia, Soria y Teruel. Se trata de una antigua región histórica, que conserva características comunes y que fue despedazada y disgregada por las sucesivas reformas administrativas.

En una reunión celebrada en Gotor, en el valle zaragozano del río Aranda, una veintena de municipios de las ocho provincias han acordado crear la Red de Municipios de la Celtiberia. Los promotores de la idea han sido el Ayuntamiento de Gotor y la Asociación de Amigos de la Celtiberia, cuya reciente edición de la Guía les ha dado una notable visibilidad. Lo más interesante de la iniciativa es que nace «en positivo»: para activar el municipalismo, del que estas tierras fueron pioneras, promover el hermanamiento con fines concretos de desarrollo y con el propósito de abandonar «la retórica quejumbrosa sobre los problemas de la España vaciada». La lista está abierta a nuevas incorporaciones.

El «Pacto de Gotor» es, pues, un hermanamiento municipal que nace con la pretensión de defender objetivos comunes de desarrollo sostenible, una especie de «lobby» rural transversal, que tiene, entre otros objetivos, el mantenimiento y promoción del patrimonio histórico, artístico y etnográfico común, la preservación de los ecosistemas naturales y los paisajes antrópicos tradicionales, la promoción de esta riqueza patrimonial para el fomento del turismo y las industrias culturales, el impulso al desarrollo sostenible en todos los campos: agropecuario, industrial y tecnológico, y, como primer paso, aunar fuerzas para conseguir los servicios imprescindibles –vivienda, ocio, comunicaciones, tecnología digital…– que cubran las necesidades básicas para hacer posible hoy la vida digna en los pueblos.

Este movimiento rural, municipalista y comunero, que entronca con la mejor tradición española y que nace espontáneamente desde abajo en forma de red, sin hacer ruido, casi silenciosamente, ajeno a las divisiones partidistas de la capital, tan desacreditadas, llega con ánimo de extenderse y puede cambiar el panorama político nacional en poco tiempo. En los pueblos semivacíos, e incluso en algunos pueblos completamente deshabitados están surgiendo asociaciones culturales, como un ejercicio de supervivencia. La Red de Municipios Celtibéricos puede convertirse en la avanzadilla de este movimiento telúrico.