Soria

Campos azules

A muchos lectores este libro, este «alegato sobre la memoria», les removerá por dentro, aunque no sea un canto al mundo rural ni tampoco una queja explícita sobre su abandono.

La expresión recuerda a los días azules y el sol de la infancia de Antonio Machado. «Campos azules» es el título de un libro que acaba de aparecer y en el que me he reconocido personalmente por distintas razones. Su autora, Julia Soria, asegura que lo tomó de Marcel Proust y que en la aldea soriana donde nació y adonde ahora ha vuelto al cabo de los años «se ve todo azul cuando el sol cae a plomo». Por lo menos es sugerente, aunque no es el azul el color que destaca en los duros y pardos campos de Castilla.

Resumiré las coincidencias. La autora no sólo se apellida Soria, sino que además es soriana como yo, y se nota. Ha publicado su primer libro después de sobrepasar los 70 años. Su relato es claro y está cargado de sentimiento, pero sin aspavientos. La Mallona, su pueblo, ahora prácticamente deshabitado, me traslada inmediatamente a Sarnago. Y la historia que cuenta –el regreso al pueblo y a la casa familiar, después de muchos años rodando por el mundo; o sea, la búsqueda de la infancia perdida– me toca de lleno. No he hecho yo otra cosa en mis libros de la Alcarama. Pienso que a muchos lectores este libro, este «alegato sobre la memoria», les removerá por dentro, aunque no sea un canto al mundo rural ni tampoco una queja explícita sobre su abandono.

Una mujer de edad madura regresa al pueblo en que nació, acompañada de su hermano, a vender la casa de sus abuelos, la casa de su infancia. La aldea está deshabitada y al entrar en la casa se le agolpan los sentimientos y los recuerdos a través de unos cuadernos que escribió de niña. Así describe la llegada: «El coche pena por subir la cuesta del camino de La Vega tanto como yo peno por respirar. A la vista del campanario de la iglesia y de los primeros tejados de las casas se me encoge el corazón. Cómo voy a enfrentarme a la realidad del pueblo vacío, a las chimeneas sin humo, a la ausencia de María en el corral (…) Mamá nos ha encomendado la tarea de vaciar la casa y darle una mano de pintura para un comprador de Zaragoza».

De un tiempo a esta parte, ha aumentado considerablemente la nómina de poetas y narradores que se ocupan del mundo rural y del problema de la despoblación. La literatura ruralista está de moda. Julia Soria y su memorialista «Campos azules» se une a la amplia nómina, en la que no todo es trigo limpio. Este libro, sí.