Política

Memoria democrática-memoria socialista

Esta memoria es más socialista que democrática y trata de cambiar la interpretación de la Historia en su propio beneficio partidista, no en beneficio de todos

La joya de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas fue la República Democrática Alemana, RDA, que de democrática tenía poco, al contrario que la República Federal de Alemania que no presumía de ello y era liberal y democrática. A pesar de lo que la propaganda comunista decía, la RDA se disolvió en 1989 como terrón de azúcar en agua. Por eso mismo, que un partido socialista ponga adjetivo a la memoria, menuda ocurrencia, y la llame además «democrática» me hace pensar mal.

El preámbulo de la Ley 20/2022 de 19 de octubre publicada en el BOE 252 titulada «Memoria Democrática» indica que los procesos de memoria son esenciales para el desarrollo de las sociedades y por ello de las naciones y los Estados, confundiendo que es la Historia de las sociedades y las naciones las que forman su componente esencial y no la memoria. La historia, el relato justo, preciso y documentado de los hechos de una nación, es incontrovertible, a pesar de las manipulaciones, no así la memoria que cada cual tiene la suya.

Supongo que los españoles cuyas familias fueron asesinadas en los meses de «terror rojo», especialmente desde julio de 1936 hasta marzo de 1937, por ejemplo en los dos trenes de la muerte que procedentes de Andalucía trasladaban a «peligrosos sediciosos», hombres, mujeres y niños por el único delito de ser católicos y que fueron asesinados en masa cerca de Madrid o aquellos que murieron fusilados por la espalda, niños de 14 años incluidos, en las matanzas de Paracuellos del Jarama, tendrán su memoria familiar de aquellos execrables hechos. Al igual que la tendrán aquellos españoles cuyas familias sufrieron la represión y violencia de las milicias falangistas o carlistas, por ejemplo, donde se produjo. Esa memoria pasó por el poder del perdón de unos y otros que supuso la transición a la Democracia y que esta ley, junto con la anterior de Memoria Histórica, tratan de subvertir y traicionar.

Si Alemania, Francia o Gran Bretaña, entre muchos otros países europeos, estuvieran reviviendo permanentemente las matanzas que sufrieron unos y otros durante la guerra, la reconciliación que supusieron las Comunidades Europeas y la actual Unión se habría desmoronado.

Centrándome en los juicios de valor, vertidos en el texto, sobre la evolución de la República española desde 1931 a 1939, es interesante observar cómo los autores del texto parecen desconocer que la española nació como una república liberal, burguesa e incluso me atrevería a decir con tintes masónicos, como muchas, y que muchos escritores, intelectuales y científicos ayudaron a su instauración, aunque la mayoría abandonó ese apoyo a la vista de su evolución revolucionaria.

Efectivamente, la República burguesa pronto tuvo que enfrentarse a un movimiento revolucionario de izquierdas, principalmente socialista, que quería transformarla en una República Popular, como la China o Corea del Norte, o República Democrática como la alemana citada antes o República Socialista, tipo soviético como la rusa, quizá es lo que deseaba Stalin, pero le salió mal. Fácil de comprobar en las hemerotecas las enormes imágenes de Stalin que «adornaban» la Puerta del Sol, la Puerta de Alcalá entre otras, materializando esa deriva hacia una República Socialista del tipo que componía la Unión Soviética. Stalin nunca olvidó la derrota de aquella República Popular en España.

Lo que olvida también el preámbulo es que la propia República observaba con estupor como se materializaban dos movimientos contrapuestos, uno revolucionario socialista y otro conservador. El primero, el que más temía, se materializó con el intento de golpe de Estado perpetrado por los partidos de izquierda contra la República en 1934, después de que en 1933 la violencia de las milicias de izquierda se manifestara cotidianamente. En 1936 el movimiento conservador se manifestó mediante un levantamiento del Ejército de África que se alzó en armas precisamente para «defender a la República» de la deriva de extrema izquierda que la estaba destruyendo. Tanto es así que hasta pasado un año de la contienda las unidades sublevadas combatían con la bandera tricolor.

El texto de la Ley es injusto y tendencioso, ocultando muchos aspectos de la verdad histórica y estableciendo un relato de buenos y malos que nadie medianamente cultivado se cree. Tengo para mí que esta memoria es más socialista que democrática y que trata de cambiar la interpretación de la Historia en su propio beneficio partidista, no en beneficio de todos.