Carmen Morodo

Montero no es víctima, y sí la aspirante a candidata

La división puede provocar una tragedia en la izquierda, e Iglesias y Montero saben que es su principal fortaleza para forzar a Díaz a negociar y aceptar sus condiciones para ir de la mano a las urnas

Los forzados homenajes que Vox ha brindado a la ministra de Igualdad, Irene Montero, quedarán silenciados en cuanto siga creciendo la lista de violadores que salen a la calle antes de tiempo gracias a la ley del «sí es sí». Montero no es víctima de nada, más que de la mala educación de una diputada, que rebuznó en el Congreso igual que hacen otros tantos representantes de la soberanía nacional fuera y dentro del Parlamento. Las víctimas son las mujeres que cargan con el dolor de ver cómo sus agresores se benefician de una reforma, sin duda bien intencionada, pero nefasta en sus efectos por la ignorancia y la prepotencia de sus ideólogos.

Pero ahora toca estirar el victimismo de la ministra para mantener una forzada unidad de la izquierda alrededor de a quien ya señalan, dentro de la última operación de Pablo Iglesias para doblar el pulso a Yolanda Díaz, como la aspirante a candidata a La Moncloa frente a la vicepresidenta.

A ver si al final va a acabar siendo cierto lo que parecían ensoñaciones de gurús electorales y Sumar, la plataforma de Díaz, debilitada por la presión de Iglesias, termina concurriendo a las elecciones de la mano del PSOE y no de Podemos. Los mismos que han hecho de tripas corazón, y se han rendido a bajar la cabeza ante la ministra apretados por el exabrupto de Vox, no dejan de pasear su enfado con la obsesión «narcisista» de Iglesias ni esconden su preocupación por las consecuencias de la fragmentación de la izquierda.

La división puede provocar una tragedia en la izquierda, e Iglesias y Montero saben que es su principal fortaleza para forzar a Díaz a negociar y aceptar sus condiciones para ir de la mano a las urnas. La ventaja de la vicepresidenta, el magnetismo en la calle que ya no tiene el ex ministro y ex secretario general de Podemos, le vale de poco en esta batalla. Porque se enfrenta a alguien que no ve la irritación que genera en los mismos sectores de la izquierda que antes le adoraban como a un Rey salvador, y tampoco se siente responsable de todas las malas decisiones que han llevado a las siglas moradas a la esquina del tablero en la que hoy se encuentra.

Todavía le queda otro «tanto» por apuntarse porque el desastre de Podemos podría ser la plataforma para que Ayuso consiga la mayoría absoluta en Madrid. Aunque en la ceguera encontrarán una manera de vender en su televisión que la culpa es de otra.