Cuartel emocional

Mi amigo Cándido

Es hombre de gran inteligencia, de gran envergadura jurídica y política, y también de gran honestidad

Ayer felicité a mi amigo Cándido por su elección como presidente del Tribunal Constitucional. Mi amigo Cándido se crio en la misma casa en que creció mi padre, en La Coruña, en la calle Riego de Agua, donde también creció mi primito Pablo Cobián, y eso une mucho. El día que lo descubrimos, durante unas pochas con gambas para celebrar mi cumple, nos pusimos los tres muy contentos por la curiosa casualidad. Mi amigo Cándido es hombre de gran inteligencia, de gran envergadura jurídica y política, y también de gran honestidad, por eso quiso dejar claro en sus primeras declaraciones que “nuestra Constitución no permite ni la secesión ni la autodeterminación ni la independencia de ninguna de las regiones españolas”. A mí me dejan muy tranquila estas palabras en boca de un hombre que, como todo ser humano, ha podido tener fallos pero creo que son mucho más numerosos sus aciertos, y eso compensa.

Es alarmante el aumento de asesinatos a mujeres, y es que no existen o, al menos, no se hallan soluciones eficaces para impedir que esto ocurra. No hay equipo político o social capaz de idear un método, porque el mal existe, machista o no machista, que no me gusta poner adjetivos a un hecho que se produce de hombres a mujeres y viceversa, aunque en el otro sentido el número sea muy inferior. Violencia y crimen son elementos que están en las vidas de los humanos porque la muerte es parte también de la vida, solo que un fallecimiento por causas naturales es menos dramático que uno provocado por la mala acción del prójimo. El odio, la ira están también presentes en la piel de cada cual, y la falta de control sobre los mismos generan situaciones como las que estamos viendo en el día a día de las páginas de sucesos. En paralelo la secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género bromea sobre la salida de prisión de agresores sexuales después de la entrada en vigor de la ley del ‘solo sí es sí’, ante el regocijo de las colegas que le acompañaban en el acto. Además de inútiles, necias.

Odio, ira y también ordinariez destilan las estrofas de la vulgar Shakira en su última canción (plagiada) contra Piqué, tan zafia como sus contoneos, como su actitud de resentida. Odio e ira en las páginas del libro de Harry Windsor, ese que ya he recibido por mil sitios en PDF y al que no pienso dedicar un segundo de mi tiempo, más valioso que ninguna otra cosa. Ese pequeño botarate cree que puede dañar a su Real familia inducido por su hortera esposa, como quiso hacerlo su fallecida mamá en aquella entrevista con cara de funeral, vestida de funeral, denunciando los cuernos de su marido aun sabiendo al casarse de la existencia de aquella “tercera persona”, hoy Reina consorte. Pero en el mundo hay también gente ínfima y esto solo es una pequeña muestra, un pequeño ejemplo, como también lo es Albert Rivera, ahora protagonista de un podcast de un argentino. No sé a quién puede interesar.

Elegante ha estado Juanma Moreno al declarar que no es partidario del ingreso de Griñán en la cárcel, ya veremos en qué acaba la cosa, pero algunos seres humanos no desean el ensañamiento ni el hacer leña del árbol caído. Como tampoco la haremos de la candidata Maroto a la Alcaldía de Madrid, que está tan asustada por la contienda que se le avecina que ni comparece como tal. Creo que anda escondida debajo de las faldas de una mesa camilla.

CODA. Arrebatada estoy con esa inyección que logra doblar la esperanza de vida en ratones, mejorando incluso su estado de salud. Un rejuvenecimiento en toda regla, o sea. Con suerte el avance, experimentado en breve en humanos, nos pilla a los de mi quinta. Que así sea. Amén.