Letras líquidas

Los años ganados

Lo que no conviene ignorar es que una situación puede ser absolutamente legítima y perfectamente inútil

Me confesaba estos días un veterano socialista que estamos en un ciclo político conservador. «Sottovoce», eso sí, recordaba las dudas que prendieron en su partido alrededor del 23J. Todos los análisis demoscópicos, los previos y los posteriores a las municipales del 28 de mayo de 2023, eran contundentes y percibían una evolución sociológica que alejaba las mayorías del PSOE: el péndulo electoral consumaba su movimiento y proyectaba en su trayectoria eso que tan natural resulta en democracia y que no es más que el cambio de tendencia. Sin embargo, los acuerdos, los pactos, las cesiones, en fin, las contorsiones políticas dejaron aquella potencial metamorfosis colectiva en hipótesis sin concreción tras las generales. No es preciso recordar que las aritméticas parlamentarias son, siempre y de manera legal y reglamentaria, las guías para configurar el organigrama representativo e institucional, no se precipiten pues quienes confunden (o quieren confundir) los parámetros del debate público y buscan llevar el análisis de la España de estos últimos años a términos de licitudes o valideces que están fuera de cualquier duda. No obstante, lo que no conviene ignorar es que una situación puede ser absolutamente legítima y perfectamente inútil. Y, quizá, en esas estemos. Con la legislatura encarando ya el segundo año, la incertidumbre sobre su viabilidad, la que consiste en construir realidades, crece al ritmo que las derrotas del PSOE en las Cortes se aceleran: las casi cuarenta que lucen ya en las actas oficiales más que augurar dificultades para llevar a término el mandato, que también, constatan la ínfima capacidad para materializar propuestas e iniciativas del Gobierno de coalición. Y el mismo socialista, que reconoce y verbaliza lo que otros muchos piensan, aludía a la sensación de estar viviendo años ganados a un ciclo político ajeno. Aunque eso, añado yo, conlleve el riesgo de vivir, en realidad, años perdidos.