Cuaderno de notas

Bildu no es ETA, pero se le parece mucho

A ver si no los han puesto en la lista pese a que eran terroristas sino justamente por esa condición

Apunté en mi cuaderno la noche fresca, limpia y profunda como el césped de la Casa Blanca. Había visita de Sánchez a Biden. Sánchez toma distancias de vez en cuando porque de lejos, Sánchez funciona. Uno cuando viaja se pone interesante. El presidente del Gobierno en los Estates parece un jugador de la NBA más que en cualquier otro sitio. Esa «allure», ese «flow», ese «swing» en los andares como de driblar a los viandantes por las aceras, de celebrar el último punto y de descoyuntar la cadera a cada paso como si saliera de marcar una canasta. ¡Ese Sánchez de los Sánchez Globetrotters!

Es evidente que, a su lado, el presidente de los Estados Unidos parece un jubileta del inserso de Torremolinos. Biden le ha dicho a Sánchez que el mundo necesita más presidentes que se comprometan «con luchas buenas» como él, y con eso vamos tirando. Biden es un tipo que celebraba encontrarse con seres invisibles y se saludaba a sí mismo en los espejos con verdadero entusiasmo; es de entender que celebre cuando se encuentra a nuestro presidente español, que es un guayabo en toda regla.

Ando buscando metáfora de los jazmines de la Casa Blanca y solo me salen cosas de Bildu. En las listas a las municipales, el partido lleva más terroristas que en el Comando Bizkaia. No son ETA, pero se le parecen mucho.

Andan celebrando que la izquierda abertzale deje las armas y se meta en política y sería así salvo por el hecho de que, cuando mataba, la izquierda abertzale ya estaba en política. Se viene por aquí este intento de arrancar a la izquierda abertzale cualquier resto del pasado que la pudiera relacionar con un movimiento que mató a más de 800 personas y que aún tiene 300 crímenes por resolver.

También se aparece el terrorista asesino que ya no mata, y esa debería ser una condición suficiente para tener que abrazarlo o algo. La paradoja es que la condición de haber dejado de matar que celebran con tanta fanfarria y a la que se agarran para blanquear los pactos actuales, es una condición que solo se puede conceder al asesino. Lo más probable es que usted no pueda colgarse la medalla de dejar de matar, puesto que no mata a nadie o sí, quién sabe, pues el lector de cualquier periódico es trasversal y diverso.

Ahora que lo pienso, los toreros tampoco pueden dejar de serlo. Si no cabe la categoría de extorero y solo hay toreros retirados quizás aquellos sean etarras retirados. Como mucho. El otro día por el comienzo de San Isidro había 50 personas en una concentración del Pacma en contra de las corridas, menos que las que van a los ongietorris a los terroristas cuando salen de las cárceles. Esto sucede porque mi Españita está tan loca que a los toreros se les montan manifas y, a los etarras, comités de bienvenida con bengalas, banderas y acordeón.

Así es la asimetría por la que Irene Montero –a la que los toros le parecen un asesinato intolerable–, ha confesado que lo peor que le parece de lo de Bildu es que el PP hable de ETA cuando el País Vasco está en paz. Hay un montón de gente diciendo que Euskadi está tranquila pero que Franco sigue vivo.

En cualquier caso, a mí, 44 terroristas en las listas me parecen demasiados. A ver si no los han puesto en la lista pese a que eran terroristas sino justamente por esa condición. El fondo moral pudiera ser que los hubieran escogido por haber matado. Que ese fuera su mérito.