A pesar del Gobierno
Conductas y leyes
Tituló El País: "las leyes no logran reducir el hábito de fumar". El que los seres humanos se comporten de manera distinta a lo que el poder demanda es noticia. Una fabulosa campaña política y legislativa universal, en todos los países y a cargo de los gobiernos de todos los colores, no ha conseguido cambiar la conducta de la gente. Este extraordinario lío ha venido seguido de una ligera disminución en el consumo medio de cigarrillos, que igual en la práctica es un aumento, porque las cifras no tienen en cuenta el contrabando, que al parecer ha crecido.
En cambio, lo que las cifras sí revelan es que el objetivo principal de la campaña, que es impedir que los jóvenes fumen, no sólo no ha sido alcanzado sino que el resultado ha sido el contrario al perseguido: "el hábito ha aumentado más entre los más jóvenes". Uno diría que tras este fracaso espectacular cabría reflexionar sobre el efecto nocivo del poder y las leyes cuando pretenden alterar conductas mediante la coacción, y podría concluir que los hábitos masivos de la gente deberían ser apartados de la ley y dejados donde deberían estar: en la propia gente y sus valores y costumbres, que pueden evolucionar y cambiar, y de hecho lo hacen. Pero no. La conclusión ante el fracaso de cualquier intervención jamás es la libertad sino aún más intervención, más gasto público, más impuestos, más controles, más multas y más persecución de las mujeres y los hombres libres.