Internacional

El principio del fin del merkelismo

La canciller alemana dejará la política tras concluir su actual mandato en 2021
La canciller alemana dejará la política tras concluir su actual mandato en 2021larazon

La decisión de Angela Merkel de abandonar la política una vez que concluya su actual mandato en 2021 sacudirá profundamente a Alemania, acostumbrada a que “mutti” dirigiera el barco por las turbulentas aguas de la incertidumbre internacional. Incluso sus enemigos reconocen que se echará de menos a esta física que ha hecho del pragmatismo su principal virtud. Pero como científica de formación, también ha sido acusada de ser alguien demasiado frío y calculadora, lo que le ha servido para acabar uno por uno con sus enemigos internos en la Unión Cristiano Demócrata (CDU).

El principio del final del merkelismo se remonta a 2015, cuando su decisión humanitaria de abrir las fronteras alemanas a un millón de refugiados que huían de la guerra no terminó de ser aceptada por una parte de la sociedad que temía perder su identidad por la llegada de cientos de miles de musulmanes. El miedo al otro creció, especialmente en los menos prósperos Länder del Este, lo que dejó el camino expedito a que Alternativa para Alemania (AfD) pudiera desplegar su discurso xenófobo entre la población y entrar por primera vez en el Parlamento hace un año con el 12,6% de los votos y 92 escaños. Una irrupción que ha cambiado para siempre el tradicionalmente moderado y respetuoso debate político alemán.

Ahora, la ultraderecha, que había demonizado a Merkel hasta extremos insospechados, deberá buscar otro objetivo o rival. Pero eso deberá espera probablemente a que en diciembre la CDU elija en el Congreso de Hamburgo a su nuevo líder. En caso de que el elegido sea un representante del ala más conservadora, el partido puede decantarse por endurecer su discurso migratorio y dejar sin argumentos a la AfD. Si ocurriera, no dejaría de ser lamentable que los partidos tradicionales flirteen con la xenofobia para hacer frente al populismo. Una tendencia que, por otra parte, ya practica la derecha en Austria, Italia o Francia. Da la impresión de que el tradicional enfrentamiento izquierda-derecha ha sido sustituido por otro entre derecha y extrema derecha con consecuencias peligrosas para nuestra democracia. Miremos solo el caso de Hungría.

En el terreno europeo, Merkel ha sido acusada de imponer la austeridad a los países del sur de Europa durante los años más duros de la crisis del euro. Si bien el austericidio demostró su fracaso en socios como Grecia, lo cierto es que los países mediterráneos necesitaban hacer reformas que habían aparcado “sine die” durante los años de dinero fácil que trajeron el euro. Como resultado adverso, sin embargo, han aumentado las desigualdades sociales de forma sustancial entre los países rescatados.

Si bien su compromiso con el proyecto europeo está fuera de cuestión, la locomotora alemana da muestras de fatiga por su debilidad política interna. El miedo a dar munición a los ultras o enfadar a sus cada vez más euroescépticos socios bávaros de la CSU han retrasado el ambicioso plan de reformas de Emmanuel Macron. Habrá que ver si ahora, sin nada que perder electoralmente, Merkel deja como legado una mayor integración, tal y como hizo su mentor político, Helmut Kohl, cuyo mantra era conseguir una “Alemania europea y no una Europa alemana”, como tanto se critica a la actual canciller.

pgarcia@larazon.es