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Mirando la calle

La buena gente

«Nuestro día de apagón demuestra que los españoles también somos capaces de sacar lo mejor en circunstancias adversas»

Soy escritora de género negro y además dirijo una colección de true crime, así que estoy más que acostumbrada a las atrocidades. De hecho, el detective de mis novelas es un ex corresponsal de guerra, que no juzga, porque ha sido testigo durante su vida anterior de cómo el ser humano, puesto al límite, es capaz de sacar lo peor de sí mismo. Suelo insistir en mis charlas literarias (con conocimiento de causa, porque, aunque no he sido corresponsal sí he sido cooperante y he visto cosas que preferiría olvidar), en que es muy fácil ser bueno cuando se está sentado en el sofá de casa, calentito, pero que en la precariedad o en medio de una contienda hay muchas probabilidades de que salga nuestro demonio particular. Sin embargo, nuestro día de apagón demuestra que los españoles también somos capaces de sacar lo mejor en circunstancias adversas. Desconozco qué pasaría si el mismo apagón durase tres o cuatro días, pero me consta que en este, que en algunos lugares de España llegó a durar 12 horas, la reacción general fue la de la solidaridad. No solo no hubo intento de saqueos en los comercios apagados y con persianas eléctricas imposibles de bajar; además, en bares y restaurantes se permitió el acceso a los cuartos de baño, se ofreció lo que había a mano, a la luz de las velas, e incluso se repartió agua a los viandantes, que pateaban las calles, durante horas, para poder llegar a sus casas. Todos los taxistas se lanzaron al asfalto para ayudar, pese a que casi nadie llevara efectivo y no funcionaran los datáfonos, hubo espontáneos dirigiendo el tráfico, cantantes amenizando las infinitas horas de trenes parados en las vías, vecinos de los pueblos que hasta cortaron vallas metálicas para ofrecerles viandas a los viajeros… Incluso el autostop funcionó sin indecisiones y los habitantes del centro de las ciudades recibieron a los residentes de las afueras que les solicitaron asilo... Hasta la mismísima Ursula von der Leyen, asombrada ante tanto civismo, felicitó calurosamente a los españoles. Y es que entre nosotros hay malos, como en todas partes, y todos tenemos una partecita negra en el corazón; pero está claro que puestos a ayudarnos somos ejemplares, porque, por aquí, no hay duda, lo que más hay es buena gente.