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El bisturí

Caudillo por la gracia del laicismo

De momento, los enemigos del pueblo ya están señalados, y con eso vale, pero si hace falta ir más allá, ya lo haremos, tranquiliza el presidente a sus colaboradores más cercanos

En una nueva muestra de su por todos conocida magnanimidad, Pedro Sánchez, caudillo de España por la gracia del laicismo, se está quedando corto en la cruzada que ha decidido emprender contra la carcundia sembrada por el ultraderechismo. Es cierto que siendo como es un paladín sin igual de la lucha por la regeneración democrática, por el bien del país y de la convivencia ha apuntado a jueces y medios de comunicación fachas e insidiosos. Está claro que los primeros son meras correas de transmisión de movimientos religiosos ávidos de subvertir el orden establecido y los segundos, burdas marionetas del conservadurismo más rancio y recalcitrante. Instigadores del odio y la ponzoña, en definitiva. Puro fango dentro del paraíso progresista en el que nos encontramos sumidos merced al ímprobo esfuerzo del gobierno que dirige su excelencia. El presidente, sin embargo, no quiere todavía ir más allá, a pesar de que los ingratos enemigos del régimen proliferan por doquier y no pierden oportunidad para erosionar sus sólidos cimientos, lo cual dice mucho de un carácter tolerante, pese a los avances imparables de los boicoteadores de la concordia instaurada.

En el modelo asambleario de partido que ha creado, no son pocos los compañeros de filas que en los comités federales reclaman mayor firmeza en el combate de la carcoma involucionista, pero, amante de la proporcionalidad y la mesura, el presidente se resiste de momento a endurecer su respuesta contra la ola reaccionaria. Alguno pide incluso modificar del todo el falso relato instaurado para evitar que ciudadanos mal informados den pábulo a infundios que nada tienen que ver con la realidad. Es inaudito que PP y Vox traten de hacer creer a los españoles que Otegi y Puigdemont son enemigos del pueblo cuando el pasado de ambos acredita no sólo su escrupuloso respeto por la legalidad sino también su defensa a ultranza de los derechos humanos y su amor por la madre patria. No hay socios más honorables que ellos y así hay que hacérselo ver a los españoles, le ha trasladado más de un barón territorial a un Sánchez que se resiste a hacer alardes de poder. Pero el dueño y señor de la política española, el «puto amo», como le denomina con gran finura intelectual Óscar Puente, gran adalid de la democracia y mejor ministro, se resiste a avanzar un paso más. La sabiduría del pueblo desaconseja ahondar en el didacticismo y el enemigo caerá por su propio peso, les dice a sus correligionarios. Tampoco conviene de momento ir a por los infiltrados que el fascismo ha conseguido empotrar en el régimen. Una quinta columna que divulga falsedades carentes de todo rigor. El presidente no hace nada todavía, pero sus allegados le informan de que los pirómanos del régimen se han adueñado también de las estadísticas y las malean para hacer creer que todo va mal cuando en realidad poco hay que no funcione como la seda. Los fabricantes de bulos están divulgando, por ejemplo, la especie de que la cifra de parados está adulterada, siendo en realidad mucho más alta. También airean que las listas de espera para operarse van mal en toda España, pero bien en Madrid, lo cual es una muestra más de la peligrosidad de Isabel Díaz Ayuso a la hora de moverse en la sombra. De momento, los enemigos del pueblo ya están señalados, y con eso vale, pero si hace falta ir más allá, ya lo haremos, tranquiliza el presidente a sus colaboradores más cercanos.

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