
Los puntos sobre las íes
Claro que Aldama dice la verdad
Continuarán calumniándole mientras él, con la parsimonia que exhibe el árabe sentado a la puerta de su casa, contempla cómo pasan los cadáveres del enemigo
Jueves 21 de noviembre. Media mañana. Audiencia Nacional. Víctor de Aldama es tajante cuando, en presencia de su abogado, José Antonio Choclán, mira de reojo al fiscal Luis Pastor y le espeta: «Manifiesto mi disposición y colaboración». Su versión es totalmente creíble, no duda ni se va por los Cerros de Úbeda. Tira tanto de la manta que queda hecha jirones. Pastor, tipo solvente donde los haya, e Ismael Moreno, de cuya honradez y seriedad como magistrado no alberga dudas ni su peor enemigo, preguntan a la UCO si las palabras del emprendedor de 46 años se corresponden con lo acreditado hasta la fecha en sus pesquisas. La respuesta se hace esperar segundo y medio: «Sí, totalmente». Inmediatamente, queda en libertad provisional. Aldama señala a Santos Cerdán, el carretillero de Almagro que nunca soñó con llegar tan alto en un PSOE que no puede haber caído más bajo. Le acusa de haber mordido «15.000 euros». El siguiente en la lista es un Carlos Moreno al que el trasero le huele a pólvora. El jefe de gabinete de María Jesús Montero habría pedido 25.000 del ala por Koldo interpuesto. También incrimina por un peaje de 50.000 euracos a ese aparentemente angelical Ángel Víctor Torres más un picadero en Atocha. Y, obviamente, apunta a Ábalos y Koldo García por haber trincado 400.000 y 200.000 euros respectivamente. Pone en la diana a Pedro Sánchez pero no le revienta la cabeza... de momento. Se limita a desvelar que se ha visto con él y con Begoña Gómez en varias ocasiones. Los periodistas de cámara sanchistas repiten cual cotorras el mismo lugar común: «No aporta pruebas». Ha pasado un mes y continúan con la misma cantinela, ya se sabe que el que paga, manda. Entre medias, Aldama ha ido desgranando cual gota malaya un alud de documentos que demuestran, más allá de toda duda razonable, que fue extorsionado por medio PSOE y parte del otro y por no menos de tres ministros. Le llaman de todo menos guapo: «Mentiroso», «corrupto», «presunto delincuente» y un sinfín de epítetos que certifican la afición del socialismo al suicidio. Su rol de invitado vip en el mitin de Sánchez en La Latina, más la foto con el presidente, y sus imágenes en un cuartel general de Ferraz en el que se paseaba como Pedro Sánchez por su casa ratifican que estaba empotrado en el partido. El documento firmado por Ábalos por el que el empresario se comprometía a venderle por 600.000 euros un pisazo de 2,5 millones dejan boquiabiertos al presidente del Gobierno y palmeros varios. La medalla de la Guardia Civil y las prácticas de tiro en el sanctasanctórum de los GAR revelan que no era un simple conocido de un Marlaska que le adquirió mascarillas. El colegueo en los whatsapp con Armengol subrayan que tampoco le compró cubrebocas por casualidad. Tres cuartos de lo mismo cabe colegir de los monísimos mensajes que se cruzaba con Reyes Maroto. Y que hay tomate en las mascarillas lo constata inequívocamente el tikitaka en forma de whatsapp con Ábalos. Por cierto: Montero ha tenido que someterse a una rinoplastia tras quedar como una pinocho de la vida. Primero juró y perjuró que su mano derecha no conocía «de nada» a Aldama y luego, como quien no quiere la cosa, admitió que se habían visto «cuatro veces». Esto no es el principio del final de las verdades de Aldama sino más bien el final del principio. Continuarán calumniándole mientras él, con la parsimonia que exhibe el árabe sentado a la puerta de su casa, contempla cómo pasan los cadáveres del enemigo.
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