José Antonio Álvarez Gundín

Analfabetos en tres idiomas

Los niños españoles de 9 años no son tontos, sobre todo para sus mamás, pero al lado de los finlandeses de su misma edad parecen analfabetos o limítrofes. Así lo pone de manifiesto la evaluación internacional realizada el año pasado y cuyos resultados se acaban de conocer en plena bronca educativa contra la reforma del ministro Wert. El resultado del examen es desolador: nuestros escolares de Primaria ocupan el furgón de cola en Matemáticas, Ciencias y Lectura, es decir, en lo más básico. Eso sí, estamos por delante de Botsuana y Yemen. Pero todo se andará, porque la clasificación es todavía peor que las de años anteriores, lo que demuestra la enorme eficacia del sistema educativo español ideado por el PSOE para conservar vírgenes los cerebros de los niños. De persistir en el empeño, cuando estos escolares cumplan los 15 años y dominen el inglés, podrán presumir de un analfabetismo perfecto en dos idiomas; en tres si son catalanes.

Porque en España, tratándose de la escuela, lo que importa no es que los alumnos reciban una formación completa y competitiva, exigente y de calidad, rica en valores humanos y principios éticos, sino que cada partido político cuele sus pretensiones ideológicas o sus mistificaciones identitarias. Así, a los nacionalistas catalanes les importa una higa el deterioro académico siempre y cuando sea un deterioro estrictamente en catalán. A los socialistas, sin embargo, les preocupan cuestiones de más honda trascendencia, como suprimir la asignatura de Religión, que es la única aportación de Rubalcaba al debate. Es bien sabido que cursar cultura religiosa incapacita a los niños para ganar en el futuro el Premio Nobel de Física, de Química o de Medicina. De hecho, si Wert la suprimiera, es casi seguro que España se alejaría velozmente de Botsuana. Es una desgracia que la oposición socialista permanezca anclada en un sectarismo cateto cuyas consecuencias desastrosas nos las recuerdan periódicamente los informes PISA, los de la OCDE o los de la AIEE. Además, su inexistente sentido de Estado ha quedado bien patente estos días al alinearse de manera vergonzante con los separatistas de ERC, cuyo código de conducta política se resume en dos palabras: desacato e insumisión. España no aprobará esta asignatura mientras los políticos antepongan sus prejuicios ideológicos en la formación de las nuevas generaciones, que sólo conducen a crear analfabetos funcionales en vez de profesionales cuya competencia profesional y excelente formación intelectual harán que nuestra sociedad prospere.