Eurocopa 2016

CR moja la oreja a Bale

La Razón
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Gana Portugal en 90 minutos –por fin– y elimina a Gales. Es la implacable ley del fútbol. Vencedor y vencido, pero en equipo, que es todo lo contrario de lo que expone el Tinkoff, esa escuadra que vende al capitán Contador por menos de un plato de lentejas. El Portugal-Gales, no obstante, trasciende del ecosistema y redunda en la individualización de dos futbolistas estelares: Cristiano Ronaldo, Gareth Bale... Y sus consecuencias. El galés tenía menos que perder, rodeado de más músculo que ingenio y por hallarse en vías de liderar la constelación blanca; el portugués, más lejos del cénit que del crepúsculo, encaraba la desagradable tarea de la sucesión involuntaria. Es otra ley... de vida. Pero conserva el reinado porque hay más talento en su anárquica selección que entre los esforzados y agrupados estibadores de Gales.

Agobiados por el peso de la semifinal, unos y otros tomaron tantas precauciones al principio que, de no ser por el suspense embalsamado que adormecía el encuentro, nos habríamos ido a leer un libro, como aconsejaba Groucho Marx, dado el soporífero espectáculo futboltelevisivo.

Precauciones infinitas, pelotazos, tan pocas ideas como confusas, alguna carrera de Bale y su fútbol sin respuesta y los aspavientos de Cristiano. Un tostón. En el Tour, además de las estrategias, los acelerones, las pájaras y las escapadas, son entretenidas hasta las puñaladas de los «Brutos» Kreiziger, Sagan y Majka al «César» Contador. En éstas, Cristiano saltó la muralla y propició el cambio de tono del partido con su soberbio cabezazo. Trataban de recuperarse del golpe los esforzados muchachos de Coleman cuando un centrochut del goleador lo remató Nani. Dos tantos en tres minutos. Portugal volaba hacia la final, a Gales se le acababa el duro y Ronaldo mojaba la oreja a Bale e imponía su jerarquía. Seguirá mandando en el Madrid.