Selección Española

De vuelta

La Razón
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Leí el otro día que Vicente del Bosque se quejaba de la desafección que se produjo en la afición española con la Selección después del Mundial de Brasil. Seguramente tiene razón y los seres humanos, sobre todo estos que poblamos este país complejo, seamos en el fondo débiles y poco dispuestos a apoyar a los que no ganan siempre. Sin tratar de enmendarle la plana al Seleccionador, faltaría más, el compromiso debe ir también en doble dirección, es decir, los propios jugadores deberían notar que es parte de su trabajo conseguir el apoyo. Hemos vivido una etapa valle con España, una etapa en la que, además de por un juego que quería ser preciosista y que en el fondo era la nada con espuma, sentimos distancia con el comportamiento de alguno de los jugadores de la Selección. Hemos contemplado algunas celebraciones que avergonzarían al feo de los Hermanos Calatrava, con salivazos incluidos. Algunos los hemos visto y otros no. Pregunten a la Policía Municipal de Madrid. Hemos visto a algunos jugadores de los dos equipos con más trofeos enfrentarse como críos. Se nos fue Puyol, aquel que mantenía las buenas maneras, el respeto, la compostura y la calma. Llegó Diego Costa y aquello sacó lo peor de nosotros mismos. No voy a ser yo la que defienda algunos comportamientos del jugador del Chelsea que me parecen fuera de tono y de lugar, pero me temo que su llegada provocó cierto latigazo clasista en nuestra reacción. ¿Se convocó solito Diego Costa? ¿Son los otros jugadores bailarinas de ballet? ¿No hemos visto a ninguno de ellos fingir, ser tramposo, antideportivo? Vimos cómo seguían convocados futbolistas que permanecían por razones que no eran las de su rendimiento. Y vimos, además, un blindaje alrededor del Seleccionador como si salvarle de cualquier responsabilidad fuera hacerle un favor. Vicente, Iniesta puede marcar el reencuentro. No hay mejor jugador, ni mejor embajador, ni mejor portavoz. Mientras por la megafonía se anunciaba su nombre como el mejor del partido contra Turquía, el estaba saludando a un amigo. Así es un genio que puede marcar el camino de vuelta.