Independentismo

El «indepe plasta»

La Razón
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Una especie exótica invasora es, según la ley (la de verdad, no las de desconexión) «aquella que se introduce en un ecosistema o hábitat natural o seminatural y que es un agente de cambio y amenaza para la diversidad biológica nativa, ya sea por su comportamiento invasor, o por el resto de contaminación genética». Entre la larga lista que recoge el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente no encuentro al «indepe plasta». Espero que la llegada de la nueva secretaria de Estado de Medio Ambiente actualice la lista para que, junto al «Lucioperca», el «milpiés portugués», el «caracol trompeta» o el histórico «mejillón cebra» aparezcan esos sujetos que desarrollan en cualquier ámbito su comportamiento invasor, incluido el extranjero. El último episodio de «felices luces» han sido los farolillos de estelada en la Cabalgata de Reyes en Vic. Dicen los de la ANC que los «fanalets» llevan saliendo unos cuantos años y que no entiende la bronca de este 2017 recién estrenado. Estos comportamientos hay que denunciarlos por lo que significan cuando se conocen y se puede. Hay un primer riesgo básico, al que llegamos tarde, que es la amenaza a la diversidad. Aquí cada niño con su farolillo y desde pequeño. Los «Reyes» pasarán pero el «indepe plasta» prepara para este 2017 su traca final. La cuestión territorial va a ser la protagonista de nuestra política nacional. Arranca con la ausencia vasco-catalana en la Conferencia de Presidentes, que es un escaparate para que ambos vayan de bilaterales, problema menor. Lo que nos jugamos en unos meses es quién gana el desafío constitucional. ¿De quien será el triunfo?, de los del referéndum en Cataluña «sí o sí» o de los del «no y no». Está claro que las «leyes» a las que apela Puigdemont dan como absoluto ganador al Estado de Derecho y su «no y no». Pero lo que tiene el «indepe» es una capacidad contrastada para subir el volumen y la vistosidad, más cuanto menor sea el apoyo popular. Eso puede generar algún reflejo entre las comunidades «bienpensantes» del «resto del Estado», que pueden ver espejismos de clamor ciudadano donde sólo hay escenografía de supervivencia. En este ejercicio de resistencia de materiales lo más débil es el Gobierno de Puigdemont. Es probable que salte por los aires antes de septiembre y es con un triunfo de la izquierda en Cataluña cuando habrá que fijar nuevos ecosistemas de convivencia. Ese reto, la explosión y la reestructuración, sólo se puede afrontar desde la unidad constitucional, desde la convergencia de acción de populares, socialistas y ciudadanos... y próspero año.