Paloma Pedrero
Enfermeros
En realidad, siempre ha habido más mujeres realizando esta labor, más vocaciones, y se hablaba de enfermeras. Ahora, aunque sigue habiendo mayoría femenina, hay también muchos enfermeros que lo hacen de maravilla. Doy fe. Es hermoso dedicar tu vida a cuidar a los otros. En especial, a esos que por circunstancias no tienen salud y necesitan que se les cure y atienda. Pero sé, y me lo confirma un trabajo que acabo de leer, que estas personas imprescindibles para la vida, en bastantes casos trabajan demasiadas horas y se sienten agotadas. Y cuando alguien está muy cansado no rinde ni tiene buen humor. También comete equivocaciones. Errores que en estas prácticas pueden ser nefastos para los pacientes. Los pacientes, esos seres asustados, doloridos, inquietos, impacientes. Esos que somos todos cuando estamos enfermos y dependemos de los otros para lo más elemental. Por eso a los enfermeros hay que valorarlos como se merecen y tratarlos con toda la delicadeza que entraña su trabajo. Hay estudios que confirman que existe una relación entre las horas trabajadas de un enfermero y el índice de mortalidad de enfermos graves. Porque, y es de sentido común, un enfermo en situación de riesgo vital, no tiene resistencia ni física ni psicológica para soportar cuidadores extenuados. Y también lo sé por experiencia. Algún día contaré mi relación con los enfermeros de un Servicio de Reanimación en el que estuve veintiún días ingresada. Un lugar donde no hay familiares ni amigos, sólo máquinas, donde ellos son lo único sentimental con lo que te relacionas durante infinitas horas. Por eso reivindico que se les cuide como ellos deben cuidar a sus enfermos. Que puedan trabajar en condiciones óptimas. Y sean lo que son, casi siempre: ángeles.