Gobierno de España

Funambulismo

El gobierno, como si fuese un funambulista, está caminando sobre un alambre. A todos los vaivenes que le van desestabilizando responde parándose, agachándose para recuperar el equilibrio e incorporándose después.

Lo habitual en este tipo de espectáculo es que existan medidas de protección, como una red que amortigue la caída, pero, en ocasiones, para lograr una mayor atención del público, no hay nada debajo excepto el suelo.

El Sr. Sánchez no suele mirar hacia abajo, puede ser porque mantener el equilibrio lo requiere o bien porque cree que si cae se encontrará con una malla que le protegerá del golpe.

Después de las crisis sucesivas de los ministros que han dimitido y de los que no lo han hecho, los elementos de controversia no han acabado. El debate sobre la venta de armas a Arabia Saudí da de bruces al ejecutivo contra la realidad de que gobernar tiene un punto de pragmatismo que obliga a sus responsables.

Algunos creadores de opinión han tachado de frívolo al presidente por defender la venta de armas a Riad después de los últimos acontecimientos. Incluso esta posición ha sido jaleada por algunos nacionalistas, que seguro que tendrían una posición de apoyo a la venta si, en lugar de Cádiz, el centro de producción fuese en su Comunidad Autónoma.

Algunos países como Alemania han vetado el comercio de armamento con Arabia, también hay que aclarar que las cifras del negocio armamentísticos de Alemania con este país son insignificantes, si supusiesen un duro golpe a la economía germana les anticipo que seguiría vendiendo. En todo caso, haga lo que haga el gobierno, pierde.

Otro golpe de viento que tambalea al Sr. Sánchez es la correlación entre Presupuestos Generales del Estado, la exigencia independentista y las palabras del presidente en la última sesión de control.

Es cierto que el Parlamento es la sede del legislativo, que allí se deciden las leyes y su reforma, desde el Código Penal o la Ley de Enjuiciamiento Civil, hasta una ley sectorial cualquiera. Por tanto, es coherente que el ejecutivo, en dicho foro, emita opinión sobre cuáles deben ser las circunstancias que tipifiquen el delito de rebelión.

Sin embargo, la cosa no pasa desapercibida porque, precisamente en este momento, la actualidad del debate sobre qué debe constituir tal delito y qué no debe serlo, está condicionada por la visita del Sr. Iglesias a la cárcel a negociar con el Sr. Junqueras los Presupuestos para España.

No se sabe aun en calidad de qué, ni con qué autoridad lo hizo, lo que sí se sabe es que la condición de los separatistas para que haya presupuestos es que el gobierno pida a la Fiscalía que retire los cargos por delito de rebelión.

El Sr. Casado, cuestionado en sus filas y con el Sr. Rivera volviendo a la carga para volver a ocupar el podio en las encuestas, se pasó de frenada en el Congreso utilizando palabras gruesas contra el Sr. Sánchez. Pero, entre su estridencia y su aparición con discursos bien trazados, bien ejecutados y sin una sola nota escrita, desconcertó a sus adversarios de Ciudadanos y exasperó al presidente del Gobierno.

El Sr. Sánchez debe estar menos preocupado por los dardos del líder del Partido Popular, porque el problema real que tiene es el beso envenenado de los independentistas. Deslizarse por la senda de asumir sus exigencias viene a ser lo mismo que caerse del alambre.

Wallenda ha sido el funambulista más famoso del siglo XX, se cayó del alambre, según algunos por los fuertes vientos, según su familia, por un error en la colocación de algunas de las cuerdas de apoyo. Sea como fuere, cayó contra el asfalto.