ERE

Guerrero apacigua las fieras

La Razón
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Páginas de gloria de la picaresca andaluza se han escrito a cuenta de la peripecia de Francisco Javier Guerrero, ex director general de Trabajo y Seguridad Social bajo Chaves, que nada pinta (ni Griñán) en el proceso de primarias del PSOE. Si alguna vez prendió la teoría de los «cuatro golfos» con la que el Gobierno regional quiso zanjar la corrupción sistémica que lo pudría, fue gracias a las revelaciones de este simpático tunante, quien desde ayer se enfrenta a una petición de condena de 14 años de cárcel por prevaricación y malversación de caudales públicos. La Fiscalía Anticorrupción le achaca la volatilización de casi un millón y medio de euros, una parte ínfima de los cuales asegura –su ex chófer– habérselos gastado en cocaína y otras golosinas lúdicas (declaró en sede judicial ser un entusiasta bebedor de gin&tonic) y ha sido precisamente su confesa afición a la juerga el factor que más ha agravado su horizonte penal. De modo que Mercedes Alaya explicitó en un auto que los socialistas desfalcaban a mansalva para torcer el rumbo de los procesos electorales pero el marrón se lo come un corista de quinta fila por soplarse unos cubatas. La termita de la democracia española, lo sabemos al menos desde el «caso Flick» (1974-1982), es la financiación de los partidos y de eso trata justamente el asunto de los ERE, con sus correspondientes desvíos hacia la creación de redes clientelares. Pero es preferible renovar el eterno romancero tópico andaluz, con sus «rinconetes» beodos persiguiendo a «cármenes» de navaja en la liga, y convertir a Guerrero en el cortafuegos que apacigüe tanto la conciencia de los verdaderos responsables como el furor de la turba catódica. Ya queda menos para escuchar la campanuda declaración: «El que la hace, la paga». Qué asco.