Julián Redondo

Jubilado

La Razón
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Vicente del Bosque ha escrito un libro. Sí, él. El seleccionador escribe bien porque tiene las ideas muy claras y sabe transmitirlas. Es un excelente comunicador que no convence a todo el mundo porque esa prerrogativa, le escuché un día a Cristiano Ronaldo, no la maneja ni Dios. Del Bosque fue columnista de LA RAZÓN cuando entrenó al Besiktas. Cada semana nos deleitaba con sus experiencias de vida en Estambul. Florentino Pérez decía que era nuestro corresponsal en Turquía. También colaboró con este periódico durante la Eurocopa de 2008, cuando empezó todo. En Suráfrica hubo intercambio de papeles y Luis Aragonés, su antecesor en el cargo, le relevó como analista. Y que nos quiten lo «bailao», que es la reflexión positiva para no caer en la nostalgia y concluir que cualquier tiempo pasado fue mejor. Desde luego, sí fue diferente y que cada quien elija entre los lunes de ayer y de hoy. Somos libres, ¿o no?

En este libro, «Ganar y perder. La fortaleza emocional», Vicente anuncia su jubilación al frente del equipo nacional cuando termine la Eurocopa de Francia. Es la noticia que, más allá de los resultados que coseche la Selección en la cita crucial, dejará a los enemigos de este salmantino universal sin ese saco de golpes al que sacudir porque su porte no es el de un Adonis, el nudo de la corbata es más convencional que el de Queiroz o, como le sucedió en Brasil, se cayó con todo el equipo, y eso sí que no merece discusión. Aceptó las críticas, las lógicas y las perversas, y no cambió su manera de ser ni de pensar. «Tiene más recorrido el buen comportamiento. No tiene mejor recorrido todo aquel que se crea más pícaro o más listillo. Los demás no somos tontos», escribe, no sentencia.