Alfonso Merlos

La PAH se batasuniza

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Ni información, ni persuasión, ni defensa limpia de los desfavorecidos, ni ejercicio de regeneración en la sociedad civil. Llamemos a las cosas por su nombre. La señorita Colau ha pasado descaradamente a capitanear una campaña sucia de amenazas, amedrentamiento, acoso puro y duro. Y lo más espantoso, de intolerable coacción antidemocrática. No hay más. Salvó la condena y la denuncia que el común de los españoles está obligado cívicamente a hacer de tan bárbaros comportamientos y tan peligrosos teatrillos.

Por la cuenta que nos trae. Porque no tiene ni medio pase que para ayudar a los más débiles se reproduzcan comportamientos más dignos de regímenes autoritarios o totalitarios, de sus esbirros, de quienes como hacían y hacen los batasunos de turno se dedican al señalamiento de algunos de nuestros dirigentes, a su criminalización por considerarlos opresores del pueblo, a la elaboración de listas negras. ¡¿Qué clase de solución es ésta para las injusticias o los abusos o las desgracias que miles de desahuciados han podido sufrir?! ¡¿Nos hemos vuelto locos o directamente estúpidos?!

Mucho cuidado con alentar el populismo de baja estofa. Mucho ojo con convertir en deporte de moda la caza al político, especialmente (o en exclusiva) cuando representa desde las siglas del Partido Popular a los ciudadanos que le han votado en buena lid. Estamos ante algo más que una payasada, una ocurrencia, una moda pasajera copiada de Argentina o de donde sea. Esto es lisa y llanamente la prostitución del ejercicio del control al poder, la perversión de las formas más eficaces y contundentes de protesta, que pueden ser las más nobles. ¡Claro que sí! Señorita Colau, la policía le va a recoger los bártulos a usted y a sus lacayos como siga por ese camino: no confunda el liderazgo de una heroína con el de una farsante. Más le vale.