Alfonso Ussía

Más miradas de amor

La Razón
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Las feministas oficiales españolas se dedican a proyectos y acciones importantes. Lo de las «Reinas Magas», por ejemplo, es un acierto en pos de la igualdad del hombre y la mujer. Se cumple el sueño de millones de españoles que han dejado de ser niños. «Queremos Reyes Magos con tetas». Como en una sociedad de despropósitos todo es posible, no descarto que el próximo paso de la presumible alcaldesa Carmena sea el de instalar en diciembre de 2016 un Nacimiento en la Puerta de Alcalá con una niña sustituyendo al Niño Jesús. La Niña Jesusa. Supondría un nuevo impulso a la igualdad.

Es tan agobiante y agotador el trabajo de las feministas oficiales españolas, que su horizonte se ha reducido al ámbito local. Podemitas, comunistas, cupistas y demás ralea manifestaron un menguado dolor cuando el ataque del terrorismo del Estado Islámico a París. Muy adversarios del uso de las armas, decidieron que la mejor manera de convencer al Estado Islámico para que abandone sus traviesos proyectos eran las miradas de amor y las sonrisas. Y a las feministas oficiales les pareció de perlas.

Hoy se han sabido las 15 normas del Estado Islámico para violar esclavas. Nuestras feministas están ocupadas en otras cosas más importantes. Y no han leído el reglamento para violar a esclavas y cautivas que el Estado Islámico ha distribuido entre sus varones para que violen a las esclavas y cautivas con el respeto que merecen. No contempla el reglamento las miradas de amor y las sonrisas que Pablo Iglesias y Manuela Carmena han propuesto. Han elegido el pragmatismo normativo a la literatura de nuestros dirigentes, que «lamentaron» el ataque a París pero no aprobaron una futura acción bélica contra los campamentos terroristas. Para facilitar a las feministas podemitas, comunistas y cupistas el conocimiento del reglamento de violaciones, tengo el honor de transcribirlo con el fin de que se enteren de qué va la cosa en los territorios dominados por sus amigos.

«1/ Prohibido tener sexo con la cautiva hasta el fin de la regla».

«2/ No mantener relaciones mientras la cautiva está embarazada».

«3/ No está permitido que aborte».

«4/ Si el propietario de una cautiva la libera, sólo él puede mantener relaciones con ella».

«5/ Si se tiene sexo con la hija de una cautiva, no se puede mantener con la madre y viceversa».

«6/ El propietario de dos hermanas no puede tener sexo con ambas».

«7/ Si la cautiva es propiedad de un padre, su hijo no puede mantener relaciones con ella».

«8/ Prohibido el sexo con una esclava tras darle un hijo».

«9/ Si una cautiva queda embarazada, no puede venderse».

«10/ Si se libera a la cautiva no se puede tener sexo con ella».

«11/ Si dos o más se involucran en la compra de una cautiva, ninguno puede tener relaciones con ella».

«12/ Prohibido el sexo si menstrúa».

«13/ Prohibido el sexo anal».

«14/ No se la puede humillar».

«15/ No vender a una cautiva a quien emplee malos tratos».

Hay contradicciones. La norma 4 y la 10 se contradicen. En la 4 el propietario puede seguir practicando el fornicio, y en la 10 el propietario se queda con las ganas. La norma 1 y la 12 obligan a lo mismo. A no tener relaciones con las cautivas durante su menstruación. Sobresale la gran humanidad de los redactores cuando dedican dos normas al respeto hacia la mujer embarazada. Tremendo mazazo a las partidarias del aborto, a las de Femen, y a las defensoras del aborto libre. No lo dice la Iglesia, sino el Estado Islámico. «No está permitido abortar». Queda terminantemente prohibido el sexo anal, y se echa de menos alguna norma que regule la homosexualidad. Claro, que la homosexualidad masculina se castiga en otro manual de normas con la muerte mediante ahorcamiento. Desde aquí les enviamos miradas de amor y sonrisas y allí los cuelgan. No hay referencia a la homosexualidad femenina, lo cual resulta chocante en sociedad tan avanzada. Y magistrales las dos últimas. «No se puede humillar a una cautiva» y «no se permite venderla a un hombre maltratador».

Ser cautiva o esclava no conlleva la realidad del maltrato.

Las de Femen, avergonzadas, han terminado con la última remesa de sujetadores de Givenchy, Yves Saint-Laurent, Dior y Prada. De Zara, no, porque su dueño, es un español millonario y machista.