El primer aviso que deberían recibir el presidente de Extremadura, José Antonio Monago, y todo aquel que se le adhiera es que la Comunitat da al PP y, por tanto, a Rajoy, el 400 por ciento de votos más que su región. Incluso en el caso de derrota popular en el territorio valenciano, triplicaría en sufragios al extremeño en el supuesto de una mayoría absoluta. Si su altanería proviene por gobernar una región de un millón de habitantes, le conviene una ración de humildad ante otra de cinco millones. Así que «menos humos».

Viene esto a cuento por los ataques, en mi opinión inaceptables, que Monago ha dirigido en tan sólo diez días contra nuestra tierra en la figura de Alberto Fabra. El primero por la opinión de éste sobre el aborto, tan respetable, incluso más, como pueda ser la suya. El segundo por la reivindicación, repleta de justicia, de modificar el sistema de financiación autonómica.

Monago está obligado a mostrar más prudencia cuando su Comunidad recibe una superfinanciación gracias a que otras, como la Valenciana, aceptaron desprenderse y ser generosas a través del Fondo de Compensación y Solidaridad. Ahora, con las vacas flacas, hay que acordar un reparto más equitativo. Así es la vida.