Reyes Monforte

Obsesión

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La obsesión por poner multas y cobrarlas de cualquier manera, sea embargando cuentas o viviendas, raya ya lo enfermizo. Y no sólo en la DGT. Es algo generalizado en todas las administraciones. Ya lo ha dicho el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que hay que ingresar dinero como sea, y estos señores el concepto «como sea» lo tienen tan grande como el morro. A este paso, no tardaremos en ver como la DGT se integra en el Ministerio de Hacienda, ya que su manera de actuar es muy similar. Sólo hay que ver el chantaje al que estos dos organismos someten tanto al conductor como al contribuyente cuando intentan convencerles de que paguen una multa en el acto si no quieren perder la posibilidad de una rebaja en la cuantía.

Que conste que veo muy bien que se acabe con la impunidad de la que hasta ahora disfrutaba el conductor extranjero que le permitía hacer todo tipo de tropelías sabiendo que la multa no llegaría jamás a su casa. Y veo igual de bien que los conductores españoles que se comporten como kamikazes paguen por ello. Pero todos sabemos cómo funciona el tema de las multas en España. Aquí se va a cazar al conductor y a desangrarle el bolsillo, y encima el guardia civil te confiesa –porque no le queda otra– que le obligan a ello. Ojalá la DGT estuviera tan dispuesta a acabar con el mal estado de las carreteras, con la nefasta señalización y con el número de muertos, como se muestra a la hora de aprobar reglamentos recaudadores. Están más interesados en que las multas lleguen al conductor que en conseguir que el conductor llegue a su casa. Además, ni se molestan en disimularlo. Recuerden la fotografía de dos policías municipales de Sevilla posando orgullosos con un fajo de multas haciendo la señal de victoria, y que no dudaron en colgar en una red social. El mismo orgullo que muestra la DGT al hablar de su nuevo proyecto. Incluso las palabras escogidas para explicarlo suenan mal: acceder a los registros, indagar en los archivos, identificar... Da miedo.