Tribunal Supremo

Por los pelos

La Razón
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Lo que se estila en este oficio es utilizar como percha el último bombazo y pontificar, pero estoy tan hastiado del fervor inquisitorial y de la desmesura de la ciudadanía española, que van a perdonarme que pase olímpicamente de Urdangarín, la Infanta, las «tarjetas black», los jueces, los fiscales y toda esa morralla.

Queda la opción de disfrazarse de nigromante y vaticinar el futuro, en la confianza de que nadie se acuerda de lo que pronosticaste cuando suceden las cosas y resulta que no acertaste ni una, pero tampoco voy a hacerlo. Hoy, como excepción, me gustaría cavilar sobre lo que pudo pasar y cómo estaríamos si hace un año, el cursi de Pablo Iglesias hubiera optado por dar el visto bueno al apaño entre PSOE y Ciudadanos, en lugar de exigir RTVE, el CNI, la vicepresidencia y los cinco ministerios clave, forzando nuevas elecciones generales. Habría bastado que, en la sesión de investidura del 4 de marzo, los 69 diputados de Podemos votasen sí a Pedro Sánchez, para que el entonces secretario general socialista hubiera entrado bajo palio en La Moncloa. Con 200 votos, sin necesidad de independentistas, proetarras y otros zarrapastrosos periféricos y para cuatro años. No me imagino a Mariano Rajoy haciendo de registrador en Torrevieja, así que a estas horas estaría jubilado, dando paseos a grandes zancadas y observando triste desde su Galicia natal, como se despedazaba el PP. El Gobierno sería una jaula de grillos, la economía nacional una verbena, lo de Cataluña estaría en la fase catástrofe, la única oposición organizada, quienes desde el Parlamento marcarían los tiempos e impondrían sus ocurrencias, serían los cantamañanas podemitas. Algún día daremos las gracias al «Macho Alfalfa». La realidad es que, merced a su soberbia, nos libramos por los pelos y poco a poco nos vamos alejando del abismo. El PP, opaco, insípido e incoloro, no despierta ilusión pero transmite sensación de fiabilidad. Ciudadanos anda en tierra de nadie, pero sigue en su papel moderador. A pesar de que el PSOE continua inmenso en su vorágine y todavía no ha elegido un líder capaz de aglutinar a la tropa y retornar a las esencias, nadie con cierta experiencia política cree que vaya a producirse ya el sorpasso de Podemos, donde han apostado tan fuerte por la radicalidad y abonado tanto la división interna que no podrán ni crecer ni coser el destrozo. No es para echar las campanas al vuelo, pero consuela pensar que podríamos estar mucho peor. ¡Virgen Santa de la que nos hemos librado!