Cástor Díaz Barrado

Postpanamax

La Razón
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La apertura del «nuevo Canal de Panamá», o, con mejor expresión, la ampliación de esta impresionante obra de la ingeniería humana, supone un avance para la comunidad internacional. Las comunicaciones entre los dos océanos se hacen más fluidas y, al mismo tiempo, se facilita sobremanera el comercio internacional. El Canal de Panamá pertenece al conjunto de la comunidad internacional y debe aprovecharse en beneficio de la humanidad, aunque su gestión y administración sea llevada a cabo por Panamá y, en particular, por la Autoridad del Canal de Panamá. España ha contribuido a enriquecer esta obra. Que una empresa española haya liderado el consorcio que ha llevado a cabo la construcción de la ampliación es un motivo de satisfacción y orgullo para nuestro país y, sobre todo, revela que tenemos capacidad de asumir compromisos en la escena internacional. Es significativo que haya sido un buque chino el primero en pasar por el ensanche del Canal, con lo que se pone de relieve que el comercio con el Pacífico se va a incrementar. Es una nueva oportunidad, en concreto, para América Latina, aunque la ampliación va a repercutir en todo el comercio internacional. Esta es la imagen que debe proyectar Panamá y no la de un paraíso fiscal. Los «buques de Panamá» y no los «papeles de Panamá». La comunidad internacional debe abrir vías de comunicación y promover los intercambios comerciales. Al mismo tiempo, debe combatir la evasión fiscal y perseguir a quienes no contribuyen, mediante el impago de sus impuestos, al bienestar de la sociedad en la que habitan. Panamá, a través del Canal, es un símbolo de progreso y desarrollo y las autoridades panameñas deben caminar en esta dirección. Se abre una nueva etapa con la ampliación del histórico Canal de Panamá, cuya construcción, hace más de un siglo, maravilló al mundo y que, en la actualidad, vuelve a sorprendernos con una ampliación que permitirá una comunicación más ágil y real y que promoverá el comercio internacional.