El derbi de Champions

Marta Robles
Desconozco si los pederastas tienen unos rasgos concretos dibujados en sus rostros que puedan alertar sobre su miseria interior. Desde luego, la foto del supuesto pedófilo de Ciudad Lineal, Antonio Ortiz, pederasta probado con anterioridad, en un juicio con confesión del acusado y pena de 7 años (¿7 años? ¿el secuestro y la agresión sexual a una niña, que llevará una cicatriz en el recuerdo toda su vida, se paga con 7 años?), no parece distinta a la de tantos hombres buenos. Sin embargo, su historial delictivo sí lo descubre como una persona peligrosa. Detenido en 1993 por agresiones, Ortiz volvió a ser inculpado, juzgado y condenado por el secuestro y agresión sexual de una niña de seis años en 1998. Más tarde, en 2009, sumó a su «currículo» un robo con violencia y en 2011 uno más por malos tratos. Está claro –y si se demuestra que es culpable de los hechos que se le imputan ahora, aún más- que a este hombre los 7 años de cárcel no le curaron su «mal». Yo no sé si los violadores y pederastas nacen o se hacen; pero sí tengo claro que es muy difícil que dejen de serlo. Desconozco cómo se pueden preservar los derechos de víctimas y verdugos en estos casos, pero creo que es competencia de legisladores y jueces encontrar la manera de que los agresores sexuales no entren y salgan a toda velocidad de las prisiones. E incluso me atrevo a asegurar que es necesario señalarlos cuando se incorporen a la sociedad. Ya se que hacerlo podría dificultar su reinserción, pero ¿es que acaso cuando salen alguien se atreve a certificar, con total seguridad,que lo hacen totalmente rehabilitados?
El derbi de Champions