Ángela Vallvey

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La Razón
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El tópico, la leyenda urbana, dice que el crimen perfecto no existe. Aunque podemos sospechar que no es cierto, que puede que haya incontables crímenes que permanecen sin resolver, y muchas víctimas a las que nadie honrará ni hará justicia. Podrían ser parte de la serie interminable de desapariciones «inquietantes» que ocurren en Europa. Si se resolvieran todas, ¿cómo cambiarían las estadísticas sobre criminalidad...? Solo en España, se contabilizan unos 14.000 casos de desapariciones al año. Según las autoridades, en Europa hay más de 250.000 menores desaparecidos, y han aumentado las desapariciones de menores en «situaciones de adopción internacional». Se hacen esfuerzos por coordinar, incluso a niveles europeos, a las fuerzas de seguridad, ministerios, fundaciones, organizaciones civiles dedicadas a la búsqueda de desaparecidos... Pero no resulta fácil solucionar estos misterios. En EEUU desaparecieron en 2014 unas 600.000 personas, la mayoría de las cuales tenía menos de 18 años, según el FBI. Muchos menos casos que en 1997, cuando la cifra se acercaba al millón. Es cierto que, abrumadoramente, las desapariciones son «benignas»: de personas que reaparecen pronto o tarde. Por fortuna, solo una parte de ellas son «inquietantes», como se califican policialmente. Pero en cualquier caso intranquiliza mucho pensar que las personas puedan desvanecerse sin dejar rastro. Y que ocurra hoy, cuando todos vamos poniendo huellas digitales por doquier, en una época en que somos grabados por cámaras de seguridad o por las de nuestros semejantes, que hacen millones de instantáneas con sus teléfonos que retratan implacablemente casi cada segundo transcurrido en el planeta... Nos quejamos de que niños muy pequeños disponen de teléfono móvil, porque así tienen acceso a la pornografía (lo que está trastornando gravemente a los menores, influyendo de una manera crucial en la infancia), pero también es cierto que los teléfonos inteligentes facilitan la geolocalización de personas, y resultan útiles, cruciales, para evitar secuestros de niños, ayudarles en situaciones de peligro o extravío, o resolver casos de asesinatos. Es verdad que, de todas las desapariciones, especialmente alarmantes cuando se trata de menores, solo se podría hablar de posibles crímenes, entre ellos el secuestro, en una pequeña proporción del total, y las estadísticas dicen que esas desapariciones van disminuyendo... Pero no podremos sentirnos satisfechos hasta que no haya ninguna. La humanidad tiene que dejar de usar la violencia y dar un salto evolutivo.