Aquí estamos de paso

Contundencia

La firmeza de la que habla el argumentario socialista no se ve por ninguna parte

La contundencia, según el diccionario de la RAE, es la cualidad de un instrumento o de un acto que produce contusión, que es el daño que recibe alguna parte del cuerpo por golpe que no causa herida exterior. Me pongo fino y puntilloso a la hora de aproximarme al término porque es el que con más profusión y desahogo aparece en el argumentario de la dirigencia del partido socialista en calidad de conjuro ante la corrupción que les asalta. Somos contundentes, contra la corrupción, no como otros. Contundentes como sinónimo de firmes, tajantes, categóricos, aplastantes, terminantes; contundentes en calidad de convincentes. Pero a fuerza de insistir en ello les va a pasar lo que al amor de la canción de Manuel Alejandro, se les va a romper de tanto usarlo. Además, de forma inexacta o desajustada.

Sin duda alguna, hoy el presidente Pedro Sánchez utilizará de nuevo el término en su comparecencia en el Congreso de los Diputados. Y volverá a esgrimirlo como instrumento de defensa propia y ataque a la oposición popular que lanzará contra él toda la artillería del rearme tras su congreso.

Pero en realidad la única contundencia que se ha visto ante los sucesos que siguen llenando páginas y tertulias es la de la propia corrupción como instrumento de quiebra interna del propio partido socialista. O sea, un golpe que abre una herida interna, profunda y palpable, entre los críticos y los leales, entre los sanchistas irreductibles y quienes ven necesario que se revise todo, incluso el propio liderazgo del autodenominado capitán. Dicen los analistas que de esto saben que estos últimos son como mucho media docena, porque el equipo de Sánchez hoy repudiado por Sánchez, se encargó hasta ayer mismo de limpiar de disidencia o cualquier actitud que oliera a ella los cuadros y las esquinas del otrora Partido Socialista abierto y libre. Que es García Page, Lambán y un par de ellos más. Pero este escribidor, que se ha tomado la molestia de hablar desde hace tiempo con unos cuantos militantes y dirigentes del partido, ha captado claramente una sensación de incómoda decepción y deseo de que esto cambie que se extiende mucho más allá de los límites de lo que hasta ahora mismo está trascendiendo.

Vamos, que hay más desazón y disgusto internos por la gestión de esta crisis de lo que trasciende más allá de las fronteras del propio partido. La herida está dentro y supura. Aún no sale, ni formará en breve cardenal, pero la contundencia del golpe de la corrupción al partido ha sido tal que, si sigue saliendo basura de entre las alfombras, terminará también la sangre alcanzando la superficie.

La firmeza de la que habla el argumentario socialista no se ve por ninguna parte. La contundencia así entendida suena a utilización interesada del término para tratar de explicar lo inexplicable. La verdadera contundencia ha sido la del golpe en sí y la herida interna provocada. Invisible aún en la superficie, pero perceptible a poco que uno se moleste en mirar con atención.