Y volvieron cantando

Demasiados Koldos

La corrupción ha sido solo muy parcialmente castigada en las urnas por los ciudadanos y tal vez sea esa una de las razones por las que la hidra ha seguido creando cabezas

Se contaba como leyenda urbana, que después se demostró como real sucedido, que un destacadísimo miembro de gobierno muy anterior al de Pedro Sánchez acudió invitado a una fiesta familiar organizada por uno de sus secretarios de estado a la vez que gran amigo personal desde los tiempos de juventud. Cuando el citado dirigente, vicepresidente del ejecutivo para más señas, llegó acompañado de su esposa al domicilio del anfitrión, la reacción de ambos fue primero de estupefacción ante la suntuosidad de la vivienda y después de cambio de planes dando media vuelta. Aquel viejo amigo no podía haberse comprado tamaño chalet con el sueldo, primero de diputado y después de secretario de estado, salvo que hubiese heredado una notable fortuna. España disfruta ya de cuarenta y cinco años de libertades democráticas, pero sigue posicionada entre los peores de la clase del mundo desarrollado en lo que se refiere a estándares de ejemplaridad contra la corrupción política. A los grandes escándalos conocidos a lo largo de cuatro décadas, desde las Filesas, pasando por fondos reservados, ERES, Gürtel, Titos Bernis o ahora Koldo, con muchas papeletas de convertirse en la Gürtel del PSOE, se ha ido sumando todos un elenco de pequeños escándalos contados por miles en el ámbito municipal y tal vez por ello adquiere ahora más valor que nunca el interrogante sobre el porqué de decisiones políticas encaminadas a hacer borrón y cuenta nueva de flagrantes delitos cometidos por esos que se autocalifican de servidores públicos y a quienes pretende arrogarse carta de inviolabilidad por el mero hecho de haber sido elegidos en las urnas.

En estos tiempos de indultos, amnistías y tablas rasas se hace mucho más palpable el escarnio entre muchos honrados militantes que solo pueden experimentar repugnancia, como es el caso de lo vivido en las últimas horas entre las filas del partido socialista, todavía entregados a bajar la cabeza cuando se habla de cargos lucrándose a manos llenas o de lavar todos los delitos del separatismo para hacer de la necesidad virtud en el freno a la derecha.

La corrupción ha sido solo muy parcialmente castigada en las urnas por los ciudadanos y tal vez sea esa una de las razones por las que la hidra ha seguido creando cabezas. Lo peor, la hipocresía política, «respeto a la justicia y a la presunción de inocencia» solo si el palomo defeca sobre las propias filas.