Mar en calma

Desconecta

Cierto es que comprobamos casi compulsivamente aplicaciones como WhatsApp, Twitter, Instagram, tiktok, noticias, Firefox, Chrome…

Una joven utiliza un teléfono móvil.
Una joven utiliza un teléfono móvil.FUNDACIÓN DESCUBREFUNDACIÓN DESCUBRE

Dicen que estamos más ansiosos que nunca porque antes leíamos o escuchábamos malas noticias tres veces al día y sin embargo ahora estamos expuestos a un bombardeo constante de negatividad. La ansiedad producida por la tecnología sumada a la neurastenia (enfermedad de la vida moderna: neurosis que se caracteriza por fuertes síntomas depresivos, tendencia a la tristeza y gran inestabilidad emotiva por la fatiga de nuestros nervios) dificultan lo más precioso y vital: nuestra capacidad de amarnos y amar. Nuestra mente nos alerta entonces de que la vida es espantosa y necesitamos luchar contra: estrés, incapacidad de desconectar de pensamientos negativos, insomnio, problemas digestivos, dolores de espalda...

Solo cuando logramos acceder a la inteligencia del corazón, sentimos algo tan preciado como milagroso: gratitud. La verdadera paz no es la actitud ante momentos de calma, sino lo que demuestras ante episodios difíciles y tormentosos, donde el fuego nos invade y el ego se resiente.

Aunque muchos no conozcan el significado del acrónimo FOMO seguro que lo han sufrido. Es la imperiosa necesidad de mirar la pantalla de nuestro móvil cada dos por tres. Ante este fenómeno que nos mantiene adictos a la pantalla, sujetos al dichoso aparatito a todas horas, nació este término americano que significa: Fear Of Missing Out: «Miedo a perderme algo». Cierto es que comprobamos casi compulsivamente aplicaciones como WhatsApp, Twitter, Instagram, tiktok, noticias, Firefox, Chrome… Y esto ocurre en todos los países. Como si lo más importante fuera saber lo que está pasando al otro lado del mundo, o cómo está respondiendo tal persona, a la no hemos visto en nuestra vida, a una situación personal. Nos hemos vuelto adictos a noticias fugaces que en tan pocos caracteres nos llenan de curiosidad y asombro, pero quizás nunca conoceremos su desenlace. La necesidad constante de vivir conectados, nos impide vivir en plena consciencia, en nuestro aquí y ahora. Y no hay nada tan gratificante como vivir el presente.