Apuntes
Días de luto en La Moncloa
La muerte del propagandista de los Kim supone un duro golpe para los guionistas del «relato»
La prematura muerte a los 94 años de Kim Ki-nam, «el hombre detrás del Hombre», tiene que haber sido un mazazo para el sacrificado equipo de propaganda del presidente del Gobierno. No en vano, de su mente privilegiada –la de Kim– y de su profundo conocimiento del alma humana salieron los instrumentos con los que se jalonó el camino hacia la felicidad de los norcoreanos. Él, es decir, Kim, moldeó «a los rangos revolucionarios en la idea monolítica y en el avance victorioso de la causa socialista», en las sentidas palabras del presidente Kim Jong-un, hijo del «querido líder» y nieto del «presidente eterno», que gobierna con sabiduría y bondad ese paraíso de los trabajadores que es Corea del Norte. Kim Ki-nam no sólo fue el profeta de la dinastía Kim, sino que, al frente del rotativo «Rodom Sinmun» elevó a la categoría de lo sublime la información periodística en Corea del Norte. Ninguno de esos «pseudomedios», como los que atacan a la democracia española, tuvieron nunca cabida entre la sociedad norcoreana, que confía ciegamente en el liderazgo del «Brillante Camarada».
Ni siquiera cuando, en abril de 2020, se aisló en su residencia para tomarse unos días de reflexión, los ciudadanos dudaron ni por un momento de que la dirección de la patria seguiría en sus firmes manos. Padre providencial, el covid pasó de largo por Corea del Norte. Kim Ki-nam fue el encargado de explicar al mundo tan magna obra, solo comparable a los cientos de miles de vidas que salvó la acción de gobierno de Pedro Sánchez y Salvador Illa en aquellos trágicos momentos de la pandemia. Hubieran sido más, pero ya se sabe que las fuerzas malignas encarnadas en la Ayuso impidieron un milagro mayor.
A este respecto, veo un poco flojo, como si estuvieran agotados por el titánico esfuerzo de cantar las loas del Gobierno, al equipo de Agitación y Propaganda monclovita. Y el luto no es excusa. No se puede dejar pasar sin respuesta que la malvada prensa publique que cada vez hay más españoles obligados al pluriempleo para llegar a fin de mes, como en el franquismo, sin dar la correspondiente réplica, con un canto a lo bien que va el mercado laboral español. No se puede dejar que la noticia del fiasco en las Cercanías catalanas campe por sus respetos sin explicar que las eléctricas y la banca tienen la culpa del alto precio que alcanza el cobre en el mercado del reciclaje. Y, sobre todo, no es aceptable la pérdida de calidad de los mensajes. Estoy seguro de que Kim Ki-nam se habrá revuelto en su tumba con el «puto amo» de Óscar Puente. Cierto que «Presidente eterno», «Querido líder» y «Brillante camarada» ya están cogidos, pero hay que echarle imaginación y poner al equipo de guionistas a trabajar, incluso, si hay que repescar al genio que se le ocurrió aquello de que Sánchez había ganado las últimas elecciones porque, puestos a representar, también representa a los beatos del PNV. Tal vez, y dado que el presidente Kim habla a la perfección inglés, alemán y coreano, podríamos titular a nuestro líder mundial como «Políglota insigne», siguiendo la idea de Puente. Aunque, sin duda, lo mejor es que sea María Jesús Montero quien se encargue del asunto.
En fin, que el problema de España no es que nos falte un preclaro dirigente que todo lo hace bien y que nos dirige hacia el paraíso socialista, light, no se me asusten, es que carecemos de un Kim Ki-nam que cante bien su Gesta. La de Sánchez, claro.
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