Cuartel emocional
Digerir piedras
En España andamos con gastritis por todo lo que nos rodea
No es que yo quiera promover el consumo de alcohol, pero a veces hace falta una ginebrita para digerir el día a día político, que cada vez está más difícil. Don Juan, el viejo Rey que nunca reinó, tuvo que digerir muchas desgracias en su vida y tragar con su gran enemigo Francisco Franco. Un día, viajando en compañía de un amigo, le dijo volando a Madrid, temprano en la mañana “¿no crees que es hora ya de una ginebrita”? a lo que éste respondió “señor, en Bombay deben ser ya las siete de la tarde”. Con lo cual, ambos se la tomaron muy seca, con un twist de corteza de limón y acompañada de unas almendras saladas.
En España andamos con gastritis por todo lo que nos rodea: la amnistía; los pinganillos y los traductores simultáneos cuando estamos en posesión de una bellísima lengua común que hablan varios cientos de millones de seres humanos en el planeta, y cada vez más; la arrogancia de un enfermo que lo da todo por el poder… es todo tan asqueroso y despiadado como la propia naturaleza. Sé bien que estamos en modo de no angustiarnos y no sufrir más que lo justo por la situación que se nos presenta, pero yo no soy como Woody Allen, que, al presentar su reciente película “Golpe de suerte”, aseguró que “si tuviera que volver a vivir mi vida, me dedicaría a otra cosa”. Se declara insatisfecho, pero nosotros no. La insatisfacción nos la producen los protagonistas de los noticieros. ¿Pero qué hace el tal Semper hablando vasco? No sé si querrá hacerse el simpático, o el políglota, o partidario de la bajada de pantalones ante nacionalistas y separatistas, pero para mí tengo que habría que fulminarlo de forma inmediata. Es de esas personas que no sólo son prescindibles sino que además meten la pata. Verdaderamente el equipo genovés (de Génova, la sede del PP) está quedando tan penosamente mal como la selección femenina de futbol, que ha malogrado el triunfo del mundial con un comportamiento que no solo produce rechazo sino también antipatía. Se habla de ellas únicamente para cuestiones negativas cuando su éxito debería provocar un júbilo y unos afectos generalizados aun a quienes nos importa todo eso un bledo.
En la Unión Europea han pasado de admitir como lenguas oficiales el catalán, el gallego y el euskera, y no es de extrañar. Ya bastante complicación tienen con las de otros países miembros como para añadir las vernáculas regionales españolas. Lo que realmente se debe resolver es el problema de la inmigración que le quita el sueño a la pobre Meloni, con Lampedusa, que fue base marítima para los antiguos fenicios, griegos, romanos y bereberes, saqueada por Sarracenos y ahora colapsada por el flujo imparable de pateras procedentes de Túnez y Libia, pese al plan de ayuda que aplicó Von der Leyen a mediados de julio pero que, según se ve, no ha funcionado.
Pero vamos a poner un puntito de diversión y de humor a la vida. Según un estudio del Instituto Español de Oceanografía y del Instituto de Investigaciones Marinas, quiero decir, un trabajo sesudo y serio, cuando los boquerones se aparean las aguas del Atlántico se agitan como en una gran tormenta. Creo que es lo más maravilloso que he leído recientemente. Un animalito tan chiquito –y tan bueno, por cierto, ya sea en vinagre, frito, en escabeche o de cualquier forma-, resulta que es un alborotador sexual de los mares. Deberíamos considerar ser más rijosos en lugar de usar traductores para hablar con el de al lado.
CODA. Un día más la Princesa Leonor nos da motivos para comentar en positivo. Su papel como cadete nos enorgullece a quienes nos sentimos monárquicos y orgullosos de las fuerzas armadas del país. Esas a quienes quieren esconder vergonzantemente el día del desfile, que se celebrará próximamente en Madrid y en la plaza de Neptuno para evitar abucheos a quienes quieren destruir España.
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