Apuntes

Doña Teresa, se va a cargar la Unión Europea

Entre la agenda 2050 y el Mercosur la gente del común acabará votando cualquier «exit», el que sea

Leo que doña Teresa Ribera, casi 20 años sin bajarse del coche oficial os contemplan, considera irrenunciables los objetivos de la Agenda 2050, es decir, que en enero 2035 se prohibirá la venta de automóviles y otros vehículos de combustión en Europa y en 2050 se prohibirá su circulación en el interior de las fronteras de la Unión Europea. Sostiene doña Teresa que nadie en el seno de la Comisión, de la que ella ejerce como vicepresidenta y comisaria de la Competencia, pone en duda la consecución del plan y que nadie está por la labor de proponer modificación alguna. Hay que aplaudir la fortaleza en las convicciones ecologistas de doña Teresa, la que presupuestaba obras multimillonarias para devolver los ríos, arroyos y barrancos a su estado natural, pero regateaba las obras hidráulicas necesarias para evitar catástrofes como las de la DANA de Valencia, si bien convendría advertir que parece mucho más probable que para 2050 haya desaparecido la Unión Europea tal y como la conocemos y que los automóviles de combustión sigan circulando por las carreteras y autopistas del Viejo Continente, aunque, tal vez, ya no estén fabricados en Almusaffes, Zaragoza, Valladolid, Vigo o Barcelona, sino en China, la India, Brasil, Japón, EE UU y Nigeria, países que, quitando a los nipones, suponen más del 70 por ciento de la población de la tierra –Europa tiene el 7 por ciento–y en cuyos gobiernos no abundan, precisamente, las Teresas Riberas y las Ursulas, dispuestas a cepillarse la industria del automóvil europea, que es una de las joyas de la corona, para reducir unas emisiones de CO2 que apenas significan un dedal en el conjunto mundial. Pareciera que la tendencia en el voto de las últimas elecciones, tanto europeas como nacionales, con partidos en crecimiento como la AfD alemana pidiendo la salida de la Unión y las extremas izquierdas y derechas francesas, o sea, el eje central, exigiendo un cambio en el modelo de relaciones económicas, no ha causado el menor efecto entre nuestros excelentemente pagados dirigentes de Bruselas. Ya veremos qué opinan los ciudadanos del común el primer puente de la Constitución con la prohibición de circular –nueve millones de desplazamientos al guano– o de qué van a vivir los pueblos costeros llenos de segundas residencias de verano, Semana Santa y demás festivos, cuando los propietarios sin posibles para comprarse un Tesla, que son la mayoría, tengan que ir en transporte colectivo y hacer la compra en taxi o autobús. Dirán que 2050 queda muy lejos, pero lamento decirles que no, que en esa fecha doña Teresa sólo tendrá 70, esperamos, esplendorosos años y seguirá dando la murga con el coche eléctrico para satisfacción de unos chinos y unos indios que no hacen más que abrir centrales térmicas de carbón. Y ni siquiera podremos refugiarnos en la descansada vida campestre, una vez que el acuerdo de libre comercio con el Mercosur, –estupendo Ursula, ellos a exportar sin cumplir la normativa sanitaria y medioambiental y nosotros a ver si les vendemos alguna máquina alemana– haya acabado con la producción ganadera europea y, de paso, con los pueblos que aún viven de esta actividad. Lo peor, es que, a la postre, se va a joder el lobo, que sin vacas ni ovejas va a tener que buscarse la vida detrás de los corzos. Lo mismo se extingue por falta de práctica. Sería una pena, doña Teresa.