Canela fina
Donde las dan… las toman
«Los asesores jurídicos de Sánchez se esfuerzan por encontrar una fórmula jurídica que contrarreste el auto del Tribunal Supremo»
No seré yo el que niegue habilidad política a Pedro Sánchez. El gran líder socialista, Felipe González, le expelió de Ferraz y apoyó a Susana Díaz en la lucha por las primarias del PSOE. Para la inmensa mayoría de los analistas políticos y para los propios dirigentes socialistas, Sánchez se convirtió en un cadáver político. Pero derrotó a González, regresó a su despacho de Ferraz y desde entonces ha ganado casi todos los envites políticos, empezando por la moción de censura y dos elecciones generales. La torpeza mayor que puede cometer Núñez Feijóo sería despreciar a su rival.
Para permanecer en el poder tras su precaria victoria electoral el 10 de noviembre de 2019, Sánchez necesitó, además del Partido Comunista, de los podemitas y los bilduetarras, a Esquerra Republicana de Cataluña. Así que se lanzó a la indecencia política, poniéndose de hinojos ante los secesionistas y haciéndoles las más varias concesiones económicas y políticas. Se enfrentó, además, con una de las instituciones más prestigiosas de la vida española, el Tribunal Supremo; otorgó indultos insólitos y emprendió la reforma del Código Penal para extirpar el delito de sedición. Favoreció a muchos, pero su compromiso consistió, sobre todo, en facilitar que Oriol Junqueras pudiera presentarse a las próximas elecciones autonómicas catalanas. La reducción de penas abría el camino al líder secesionista a regresar en apoteosis al palacio de la Generalidad.
Pero el Tribunal Supremo es mucho Tribunal Supremo y en él se encuentran los más sabios jueces y magistrados. Y los más avezados. Así que han encontrado en el Código reformado la fórmula para mantener los trece años de inhabilitación a los que fue condenado Junqueras, protagonista de un gravísimo delito contra la unidad de España.
Donde las dan… las toman. El nuevo auto del Tribunal Supremo ha dejado consternado a Sánchez y a su entorno. El magistrado Manuel Marchena ha hecho una vez más demostración de su rectitud jurídica. Los asesores del presidente se debaten agitados en busca de una fórmula jurídica que permita a Sánchez atender su compromiso con Junqueras. No parece fácil que la encuentren y sería algo tan agriamente descarado que la factura política por semejante despropósito podría desalojar al señor Sánchez de la silla curul en la que trascurren sus trabajos y sus suntuosos días en el palacio de la Moncloa.
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